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› EN MEDELLIN LE GANO 4-0 A ATLETICO NACIONAL
San Lorenzo jugó como Gardel
Una goleada fabulosa pone al equipo argentino a un paso de ganar la Copa Sudamericana, que sería su segundo título internacional en el año.
San Lorenzo consiguió una fabulosa como merecida victoria 4-0 en Colombia ante Nacional de Medellín y quedó a un paso de conseguir la Copa Sudamericana, su segundo título internacional en menos de un año. Con un juego tan práctico como efectivo, el equipo argentino consiguió una diferencia prácticamente indescontable en la revancha, que se jugará el miércoles 11 de diciembre. El partido estuvo suspendido durante 20 minutos por incidentes.
Sin dudas, San Lorenzo fue mucho más equipo que el colombiano, un cuadro atildado pero inofensivo. Es cierto que convirtió sus goles en los momentos justos –en el primer tiempo llegó dos veces y se fue 2-0 al descanso– pero pasada la primera sorpresa, cuando no habían pasado tres minutos y se encontraba en ventaja, quedó claro que el conjunto argentino controlaba el partido con solvencia. Bien plantado en el fondo, con sacrificio en el medio, maniató al equipo local, que tocó mucho la pelota pero sin profundidad.
La victoria tuvo dos pilares fundamentales: uno, el arquero, Sebastián Saja. Porque abrió el marcador ejecutando impecablemente el penal que le cometieron a Acosta al minuto y medio del encuentro, y porque tuvo un par de intervenciones claves para ahogar el gol local: le tapó un mano a mano a Morantes cuando apenas iban cinco minutos que fue decisivo, porque un empate tan temprano podía haber alterado el transcurso del encuentro, y le sacó otro tiro libre al delantero sobre el final del primer período, evitando un gol que también podía haberse transformado en la bisagra de una reacción local.
El otro artífice de una victoria histórica fue Leandro Romagnoli, que tuvo participación en tres de los cuatro goles, y jugó como los grandes jugadores, siendo decisivo en partidos de esta naturaleza. Arrancó con la jugada que derivó en el penal, arrastrando las marcas y habilitando a Acosta; ejecutó el tiro libre que Michelini conectó de cabeza y que Ramírez introdujo en contra de su valla; y rubricó una noche fantástica con una jugada excepcional: la tomó sobre la izquierda, cerca de la línea de banda, y se la llevó entre gambeta y forcejeo superando a Benalcázar y Vanegas, metiéndose en el área, y cuando Mosquera salió a cortarlo, sacó el derechazo rasante que Velázquez no pudo contener.
Empujados por su gente –que comenzó a arrojar piedras contra Saja–, los colombianos encontraron cierta profundidad pero allí carecieron de precisión para señalar un descuento pensando en la revancha en el Nuevo Gasómetro. El partido estaba técnicamente acabado: agazapado en su campo, los contragolpes sanlorencistas eran tan filosos como los ataques locales, y por momentos estaban más cerca del cuarto gol que Nacional del primero. Obvio: así llegó el tanto de Astudillo, que le pegó de sobrepique contra el indefenso Velázquez. Al ratito cayó el petardo que aturdió a Paredes, y la suspensión transitoria. Los últimos 20 estuvieron de más.
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