El 1-2 fue un buen resultado, por donde se lo mire. Si se analizan globalmente los 90 minutos, quedará claro que los españoles fueron superiores y que la distancia es exigua. Si se piensa exclusivamente en lo ocurrido en los primeros 45 minutos, en las llegadas de los locales y su superioridad en todos los sectores de la cancha no hay dudas que el conjunto argentino la sacó barata. La derrota por 2 a 1 es mejor negocio que la goleada en contra que muchos temían (y que se pudo dar) y también es mejor que un empate (hasta poco antes del final estaban 1 a 1) que podría haber dejado la falsa idea de que estamos a la altura de España y, por lo tanto, del mejor fútbol del mundo.

Los resultados circunstanciales suelen producir análisis apurados que llevan a la confusión general. También sería un error creer que la Selección Argentina jugó muy bien porque pudo haber empatado; porque mejoró su rendimiento en el segundo tiempo o porque el arbitraje favoreció a España.

Lo que más le conviene en definitiva a Maradona y su cuerpo técnico es empezar mirando hacia adentro a la hora de buscar conclusiones sobre los 90 minutos de juego en el Vicente Calderón. En la columna del haber hay que anotar la actitud de los jugadores y su espíritu de lucha que achicó las distancias futbolísticas. Como en un partido de truco, los argentinos pegaron un par de gritos en el segundo tiempo, cuando se dieron cuenta de que los rivales se podían ir al mazo en la medida en que no coronaban en la red la superioridad evidente que tenían en el juego.

En la columna del debe sigue apareciendo el fantasma de Riquelme o de un jugador de sus características que arme juego y maneje los hilos del partido y la falta de un trabajo sincronizado para generar espacios cuando el rival presiona del modo que lo hizo España, absoluto dueño de la pelota (por su capacidad para recuperarla y manejarla en todo el período inicial). También falta tiempo de trabajo para que la línea de fondo consiga la imprescindible solidez (mal Coloccini, mal Heinze) que respalde a Romero quien, por otra parte, estuvo menos seguro que otras veces.

Al final del partido, Maradona se las agarró (mal) con el árbitro que cometió errores pero en jugadas dudosas en el área terminó perjudicando a España, porque hubo al menos un par de penales antes del que le cobró a Demichelis. El técnico, por otra parte, estuvo conceptualmente acertado cuando dijo que prefiere perder antes que ganar 1 a 0 colgándose del travesaño. Está bien y, siendo así, de esta derrota se podrá aprender mucho. Prestándole especial atención a todo lo que falta, claro.