DEPORTES › OPINIóN
› Por Pablo Vignone
En el 61º Congreso Extraordinario de la Confederación Sudamericana de Fútbol, celebrado en Asunción a comienzos de año, el presidente de la FIFA, Joseph Blatter, anunció que el organismo privilegia las candidaturas de un solo país para organizar una Copa del Mundo. La aclaración fue hecha en el marco de la carrera para organizar el Mundial de 2018, que ponía el interrogante sobre las candidaturas conjuntas de España y Portugal, y de Bélgica y Holanda: pese a que son países limítrofes, la experiencia de Corea y Japón 2002 dejó prendidas todavía unas cuantas luces rojas...
Se presume que dentro de veinte años Blatter no será más el presidente de la FIFA. Es cierto que va por su tercera reelección para intentar quedarse en el poder del fútbol mundial unos 17 años: su antecesor Joao Havelange manejó esos destinos durante 24 años... Pero ¿no es mucho 37 años? Esto a colación de la promocionada posibilidad de que la Argentina y Uruguay organicen en conjunto la Copa del Mundo, una novedad que no es tal (la idea surgió en 2007, cuando el Comité Ejecutivo de la AFA decidió apoyar la iniciativa de la Asociación Uruguaya de proponerse como organizadores del 2030) y cuya factibilidad, pese al beneplácito actual de la FIFA, se decidirá en más de una década.
En efecto, dos días antes del sorteo de la Copa del Mundo de 2010 se nominará en Ciudad del Cabo al organizador del Mundial de 2018, allí donde España-Portugal y Bélgica-Holanda arrancan con puntos menos: Rusia, Inglaterra y Estados Unidos, en cambio, largan con ventaja.
La decisión llega ocho años antes: la Argentina supo en 1970 que organizaría el Mundial de 1978. Eso permite suponer casi con nulo riesgo de equivocación que una determinación final de la FIFA respecto del Mundial del Centenario en el Centenario se tomará recién... en 2022. Al menos, la cuestión de la candidatura conjunta podría discutirse para no vernos tan perjudicados: “Uruguay y Argentina somos la misma cosa, en idioma y costumbre. Convivimos casi como un mismo país. Seguiremos insistiendo y ojalá logremos algo para festejar los cien años” del primer Mundial, afirmó ayer el presidente de la Asociación Uruguaya, Eugenio Figueredo.
¿Cómo será el fútbol por entonces? ¿Se aceptarán ya las imágenes televisivas para adoptar decisiones arbitrales? ¿Las pelotas vendrán con chips? ¿Los barras serán ya los gerentes de los clubes? ¿Habrá fútbol para todos en otro canal además del 7? ¿Se sabrá ya qué significa el “cómo sea” cuando los futbolistas digan “hay que ganar como sea”? Algo es seguro: si hacemos ese Mundial, al menos nos ahorraremos los sufrimientos de la clasificación.
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