River se encontró con el triunfo cuando no lo merecía, pero luego lo justificó en los últimos minutos cuando, incluso, pudo ganar por más diferencia. Por el contrario, San Lorenzo empezó a perder el partido cuando ya se imaginaba que se llevaba los tres puntos del Monumental. Facundo Affranchino, apenas unos minutos después de haber ingresado, anotó el único gol del encuentro.

El partido se planteó como un típico duelo de dos equipos necesitados. Más preocupados en no cometer errores que en agredir al rival, a los dos se les fueron consumiendo los primeros minutos en medio de las imprecisiones y las luchas desiguales entre los defensores y los delanteros, siempre rodeados y en inferioridad numérica. Dentro de ese panorama, el que más intentó fue River, que a través de la conducción de Gallardo pretendió hacerse protagonista del encuentro. Sin embargo, el volante, bien custodiado, poco podía hacer para deshacerse de la marca. Por eso, lo más productivo para el equipo de Astrada pasaba por las subidas de Ferrari, aunque el lateral no siempre terminaba bien las maniobras que generaba.

Del otro lado, San Lorenzo presentó una estrategia aún más cautelosa. Con dos líneas de cuatro bien compactas, el conjunto de Simeone se abroqueló cerca de Migliore, a la espera de sacar algún contragolpe vía Bordagaray y Alfaro. Sin embargo, como River nunca se desprotegió, los dos delanteros quedaron demasiado aislados arriba, sin que los volantes llegaran con fuerza para ayudarlos. Ante tanta tibieza, lo lógico fue que las chances de gol escasearan y que las únicas preocupaciones para los arqueros pasaran por los remates desde lejos y las pelotas paradas. Pero ni de esa manera arrimaron demasiado peligro.

Simeone entendió que si se animaba lo ganaba. Por eso puso a Romagnoli por Leiva y paró al equipo 15 metros más adelante. Y parecía que lo podía conseguir porque pasó a dominar el juego y generó un par de ocasiones claras, primero con una entrada de Bordagaray que salvó Ferrero y luego con un cabezazo de Bottinelli que se estrelló en el travesaño. A esa altura, River lucía desorientado y superado en el desarrollo.

Sin embargo, en su peor momento, el equipo de Astrada encontró el gol que no merecía. Ferrari trepó con determinación y cedió la pelota justa para el recién ingresado Affranchino, que se metió en el área y sacó un tremendo derechazo al primer palo para vencer a Migliore. Ese tanto significó una tremenda inyección de confianza para River, que con espacios a favor ejerció un claro dominio sobre un San Lorenzo que nunca se pudo recuperar del impacto del tanto. Sólo la buena labor de Migliore impidió que River aumentara el marcador y que no liquidara el partido antes.