DEPORTES › SE DESESTIMO UNA CAUSA INICIADA CUANDO ERA PRESIDENTE DE CHACARITA
Había planteado una demanda contra el ex juez Mariano Bergés, que lo procesó cuando todavía mandaba en el club de San Martín y que fue patoteado en la puerta de los Tribunales de Comodoro Py. La demanda prescribió.
› Por Gustavo Veiga
Los muchachos llegaron a los Tribunales de Comodoro Py dispuestos a hacerle el aguante a Luis Barrionuevo. Eran unos cincuenta, bajaron todos de un micro y ya tenían predeterminado el blanco: el ex juez de Instrucción Mariano Bergés. “Vos sos un hijo de puta”, lo insultó uno. “Forro”, le gritó otro. La práctica intimidatoria de la patota no reparó en las investiduras ni en el lugar. Al jefe se lo observaba contrariado y ellos, devotos intérpretes de su estado de ánimo, se mostraron como son. Ni siquiera hizo falta una orden para poner en movimiento sus manotas dispuestas a zamarrear al primero que se les cruzara en el camino. Un grupo de mujeres que acompañaba al ex magistrado se sintió como si las rodeara la barra brava de Chacarita. Su physique du rol, lejos de espantarlas, les dio valor. Una audiencia convocaba a unos y otros en los juzgados federales de Retiro. El sindicalista intentaba que no prescribiera una causa que había iniciado contra Bergés por “abuso de autoridad y violación de los deberes de funcionario público”. Pero el juez Julián Ercolini sentenció lo contrario.
La historia de los problemas entre Barrionuevo y su denunciado se inició el 19 de septiembre de 2003. El gastronómico era senador y Bergés le intervino el teléfono de su domicilio, como quedó acreditado en el expediente, “mediante el libramiento de un oficio dirigido a la Dirección de Observaciones Judiciales de la Secretaría de Inteligencia del Estado”. Lo hizo sin pedir autorización al presidente de la Cámara alta del Congreso, como establece la ley 25.320. De ahí la querella del secretario general de la CGT Azul y Blanca, que reúne a varios de los caciques sindicales que apoyaron el desguace del Estado durante los diez años de menemismo.
El ex juez explica por qué lo hizo: “Con esa investigación se probó que Barrionuevo frustró las elecciones en Catamarca con la ayuda de barrabravas de Chacarita, que fueron especialmente para allá. Además, con esa misma gente se agredió a funcionarios de primer nivel en el PAMI, se comprobó la relación de las barras bravas con la policía y luego se encarceló a Rafael Di Zeo y varios integrantes de La Doce. La causa tuvo reconocimiento nacional e internacional, por la profundidad del trabajo y por los resultados. Lo que pasó fue una disparatada consecuencia de haber investigado a fondo”.
Según Bergés, el fiscal ordinario Marcelo Ruilópez y el fiscal de Cámara Ricardo Sáenz estuvieron de acuerdo con la justificación que él dio para intervenirle el teléfono al gastronómico. “Una primera y rápida lectura del caso hace pensar que debería haber pedido la autorización porque lo exige la ley. Pero yo no lo hice explicando por qué, como corresponde a una resolución judicial. La ley pretende evitar que los jueces se metan con los legisladores cuando opinan sobre su función legislativa. Pero yo lo investigaba a Barrionuevo por ser el presunto jefe de una asociación ilícita vinculada con el fútbol. En ese momento era senador y presidente de Chacarita.”
El ex magistrado considera que la acción penal contra él prescribió el 10 de abril. El fiscal Patricio Evers y los abogados de Barrionuevo, Julio Federik, Alberto Faes y Mariano Pinciroli, piensan lo contrario. El juez Ercolini no coincidió con ellos y sobreseyó al imputado “porque habiendo transcurrido el tiempo del máximo de la pena previsto para el delito achacado a Mariano Osvaldo Bergés, sin que exista acto interruptivo o suspensivo alguno, considero que ha operado la prescripción de la acción penal, la que se declarará extinguida”.
Este fallo encolerizó a Barrionuevo. Lo más probable es que recurra al Tribunal de Casación. Quienes lo vieron en Comodoro Py describen que estaba enfurecido. Como en los viejos tiempos de su presidencia en Chacarita (club del que fue dado de baja como socio porque no pagó más la cuota social), lo acompañaba, además de la patota, el único dirigente futbolístico importante que quedó detenido en una causa por violencia en el fútbol: Armando Capriotti. Una situación que le recordó a Bergés –quien como juez lo mandó a Devoto– cuando estuvieron cara a cara en el Juzgado Federal Nº 10.
El ex vicepresidente de Chacarita es un hombre fiel al gastronómico y así lo retrató en una entrevista que Página/12 le realizó el 7 de febrero de 2002: “Yo pienso que Luis, por empezar, es un trabajador, un laburante. No viene de la clase media. Primero descargaba cajones de frutas en el mercado de San Martín y después trabajó de mozo. Quizá no se sabe expresar muy bien, pero es muy inteligente. Es un autodidacta que no fue al colegio, pero que lee mucho más de lo que se supone. Muchos libros me los pide y, los que no, me dice que se los explique”.
La presencia en Comodoro Py de los recios barrionuevistas no tiene fundamentos literarios. “Fue un claro acto intimidatorio y en la indagatoria me habían hecho lo mismo. Tiraron panfletos con inscripciones como ‘fascista’, ‘represor’ y ‘sirviente de los Kirchner’ el viernes 9 de abril en los mismos tribunales de Retiro”, señaló Bergés, quien lo vio salir a Barrionuevo “muy enojado” por la prescripción de la causa.
En cambio, el expediente donde el ex juez procesó al gremialista en diciembre de 2003, sigue todavía abierto. La Cámara hizo caer la acusación contra él porque declaró la nulidad de la intervención telefónica. Los de Chacarita, como su jefe, también zafaron y barrabravas de Boca que respondían a Rafael Di Zeo esperan por un juicio oral.
El hombre que despertó la ira del gastronómico dejó de ser juez el 10 de junio de 2004. Con el tiempo, siguió interesado en la problemática de la violencia que asuela nuestras canchas. Es un pilar de la ONG Salvemos al Fútbol junto a la ex dirigente de Atlanta Mónica Nizzardo. Las madres que lo acompañaban en los tribunales de Comodoro Py son madres de jóvenes que murieron a manos de la patota. Y ninguna obtuvo una respuesta satisfactoria a sus reclamos de justicia. Una de ellas, Nora Rousoulis, que perdió a Christian –un joven hincha de Independiente– a manos de la barra brava de River en 1996, le dijo a uno de los acompañantes de Barrionuevo: “Tengo un hijo muerto”.
La respuesta la dejó muda: “Andá a cocinarles a los que tenés vivos”.
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