DEPORTES › INTER ARMó UN MURO INEXPUGNABLE Y SE CLASIFICó PARA LA FINAL DE LA CHAMPIONS LEAGUE
Pese a la victoria 1-0 en el Camp Nou, al equipo de Guardiola y Messi no le alcanzó para superar al campeón italiano, que con un planteo ultradefensivo hizo valer el 3-1 del encuentro de ida. De esta manera, se enfrentará en la final al Bayern Munich.
› Por Sebastián Fest
Desde Barcelona
El Inter destruyó ayer el sueño del Barcelona al perder 1-0 pero avanzar a la final de la Champions League por primera vez en 38 años. Los italianos “secaron” ante 98.500 espectadores en el Camp Nou al mejor equipo del planeta y se medirán el 22 de mayo con el Bayern Munich en el estadio Santiago Bernabeu de Madrid. El gol de Piqué a los 82 minutos no fue suficiente para que el Barcelona compensara el 3-1 de la ida a favor del Inter.
Fue Mourinho, “número dos” del cuerpo técnico del Barcelona durante cuatro años a fines de los ’90, el gran ganador. Tras el dramático final del partido entró al campo, eufórico y desencajado, a festejar con sus jugadores. Quince minutos antes del inicio del partido había sumado una nueva “perlita” al show iniciado el martes. Mandó a Chivu a calentar solo en el medio del campo y luego le dio instrucciones frente a todo el estadio. Jugaría el rumano en lugar del lesionado Goran Pandev. Un defensor en lugar de un delantero.
Los Milito desmintieron el duelo de hermanos al saludarse como si fueran dos jugadores cualquiera, y Guardiola presentó un equipo aparentemente ofensivo, elástico, con tres defensores, Touré desdoblándose y luego Keita, Busquets y Xavi nutriendo la ofensiva. ¿Objetivo? Al menos un 2-0. El partido comenzó más tenso incluso de lo que se esperaba. Enseguida llegó una amarilla a Motta, Lucio le desgarró la camiseta a Ibrahimovic y Maicon se retorció de dolor tras un forcejeo con Messi, que una semana antes le había hecho perder un par de dientes.
El Inter de Mourinho, que no come vidrio, esperaba abroquelado e impenetrable cerca de su área, con Diego Milito como único delantero real. Pedro tuvo la más clara a los 22 minutos al empalmar de primera un centro de Alves, y un rato más tarde recibiría una amarilla por frenar al límite a Eto’o. Y entonces la noche, ya muy caliente, entró en ebullición. Un manotazo de Motta a Busquets le valió la roja. Mourinho, furioso, increpó a Guardiola, y hasta Luis Figo intervino. Motta, ex jugador del Barcelona, zamarreó a Busquets antes de irse, tomándolo del cuello.
Volvió el fútbol brevemente con Julio César sacando una mano providencial para evitar el gol de Messi a los 32 minutos. El Inter, con diez, se cerraba cada vez más y el 78 por ciento de posesión de pelota del Barça se demostró inútil, porque no había desborde, ni velocidad, ni movilidad. El primer tiempo se cerró a gusto del Inter: sin goles. El Barça tenía 45 minutos con un jugador más para meter dos goles: ése era el desafío del campeón. Evitarlo, el del Inter.
El brasileño Maxwell, de muy buen rendimiento en las semanas anteriores, entró en lugar de Gabriel Milito, acentuando la vocación ofensiva del Barça, que con él y Alves disponía de dos laterales-pistones sobre el verde del Camp Nou ante un rival en inferioridad.
¿En inferioridad? Al final, aquello de que a veces se juega más cómodo con diez que con once se demostraba cierto. Xavi parecía extrañar al lesionado Iniesta, Ibrahimovic era lento e impreciso y Messi, como si jugara en la Selección de Diego Maradona, bajaba más a armar jugadas que a terminarlas. El muro defensivo del Inter jugaba en cambio sobrado, dueño de la situación ante un Camp Nou que se apagaba, consciente de que no habrá “remontada”, de que la cuarta Copa de Europa se les escapaba, de que los hinchas del Real Madrid celebraban en esos mismos instantes la certeza de que el Bernabeu no sería profanado.
“¡Inter, Inter, Inter!”, comenzaron a gritar el par de miles de hinchas italianos en una bandeja superior del estadio. Algunos del Barça respondieron con un “¡Messi, Messi...!” más melancólico que enérgico, porque tras siete partidos ante equipos de Mourinho, el argentino sigue sin haber marcado. Guardiola quemó las naves a los 62 minutos y apostó a los jóvenes Bojan y Jeffren como sustitutos de Ibrahimovic y Busquets. Había que encontrar el gol, ése tras el que debía llegar otro. Bojan estuvo cerca a los 81, y un minuto más tarde el gran Piqué, central con alma de nueve, recibió un gran pase de Xavi para poner de media vuelta el 1-0. El Camp Nou despertó, y también los jugadores del Barça. Julio César tuvo en 10 minutos más trabajo que en los 80 anteriores. Bojan movió las redes en el tiempo extra, pero el árbitro había anulado la jugada por mano de Touré.
No hubo segundo gol. Sólo impotencia y lágrimas, todo un puñetazo en el rostro de un Barcelona que descubría, tras casi dos años de éxtasis, que el fútbol no siempre es belleza.
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