DEPORTES › OPINIóN
› Por Diego Bonadeo
Sucedió que a raíz de la visita de la ex mandataria chilena Michelle Bachelet a Marcelo Bielsa, con motivo de la clasificación de la selección de su país al Mundial de Sudáfrica, la señora piropeó al entrenador argentino, con dos palabras que parecen realmente acertadas: “Guapo y misterioso”.
María Eugenia Bielsa, hermana de Marcelo y del ex “varias cosas” Rafael, actual concejala en Rosario, se vistió con indumentaria de guardabosques. “No lo puede decir. Ella es representante del Estado. Debería haber dicho que es un buen entrenador de fútbol (...). Las mujeres tienen debilidades y además desubicaciones (...). Me gusta ser cuñada de mi cuñada, a quien quiero mucho.” En estos términos, la señora Bielsa se mostró tan contradictoria como autoritaria. ¿Acaso Bachelet no considera a Bielsa un buen entrenador de fútbol? ¿O no es debilidad y desubicación, además de reprochable autoritarismo, cuestionar los dichos de quien fuere y decir lo que otro u otra tiene que decir?
Bachelet tiene todo el derecho del mundo a decir lo que le parezca en la medida en que no ofenda a terceros. Y la cuñada de doña María Eugenia debe sentirse halagada de que le piropeen el marido.
A uno, heterosexual y defensor a rajatabla de los derechos de las minorías homosexuales, también le parece que Marcelo Bielsa es “guapo y misterioso”.
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