En un Mundial que promete ser el más plagado de estadísticas de toda la historia, Messi ya se lleva las palmas del mayor errador de goles.

Asimismo, yo también me encontré con una estadística inesperada: con esto de la televisión digital, reconocí en las tribunas, con exactitud hiperrealista, a:

–un primo mío, hincha de Flandria.

–su esposa.

–Augusto, compañero de la infancia.

–un par de periodistas deportivos que conozco, que no deben haber conseguido mesa en la platea de prensa.

–un ex editor.

–Giordano.

–un grupo de sindicalistas que conocí en un restorán de mariscos de Madrid.

–Celeste, de la AFIP, con sus hijos.

–Pablo, de Floresta.

–una pareja gay de médicos, que se fueron a vivir en 2002 a Sudáfrica.

–Melina, quien, me entero por la pantalla, tuvo una beba (llevaba aritos)

–el profesor de tango de un colega mío y su ex.

–el banquero mendocino que me cagó con el corralito.

–y el gordo Abeledo, a quien creía muerto. Estaba ahí, el de la camiseta que le chafó una vez al gran Cucciufo.

Siguiendo con las estadísticas y descubrimientos, y compitiendo con los periodistas que ya no saben qué inventar, puedo aportar que:

–en 5 partidos jugados, nadie erró un penal, sobre todo porque ningún árbitro cobró uno.

–al arquero inglés Green (al que bautizaron Firpo, porque no pudo poner una buena mano al yanqui Dempsey), va a tener que seguir el ejemplo de Heinze, quien tuvo que hacer un gol para lograr que se olviden de la estigmatización que logró por meter uno en contra.

–si el gol de Heinze fue por una jugada preparada, ¿por qué no hizo otro igual en otro corner argentino?, ¿quién dijo que no se puede repetir, si los nigerianos siguieron sin marcarlo?

–éste va a ser un Mundial realmente triste. La razón: es el primero sin las notas de Fontanarrosa.

Te extrañamos, Negro. Ojalá el otro rosarino, aparte de las maravillas que nos muestra en sistema digital o plano, empiece a embocarla en el arco y devolvernos algo de alegría.

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