Tras el estruendo de las vuvuzelas, el manejo de los autos por la izquierda y los embotellamientos para llegar a los estadios, los hinchas que acudieron a Sudáfrica descubrieron otra particularidad de este Mundial: las huelgas espontáneas. Los empleados de una empresa de seguridad privada se pusieron en huelga sin previo anuncio en cuatro estadios del Mundial en los últimos dos días (Ciudad del Cabo, Durban, Port Elizabeth y Johannesburgo), aunque sin afectar hasta ahora el buen desarrollo de los partidos de fútbol. El lunes, tres horas antes del partido entre Paraguay e Italia, los servicios de seguridad cesaron el trabajo y forzaron a los aficionados a permanecer un rato largo bajo una lluvia glacial antes de poder entrar al estadio de Ciudad del Cabo. Y el movimiento se extendió ayer a Port Elizabeth, donde jugaron Costa de Marfil y Portugal (0-0), y Johannesburgo, en el estadio de Ellis Park, donde Brasil debió jugar de noche contra Corea del Norte. La policía asumió la responsabilidad de la seguridad en dichos estadios. En el caso del Ellis Park, 1000 agentes suplementarios fueron enviados urgentemente al estadio. La víspera, otra huelga sorpresa de los conductores de ómnibus en Johannesburgo dejó plantados a cerca de 1000 espectadores el lunes tras el partido Holanda-Dinamarca en el flamante Soccer Stadium de Johannesburgo, una ciudad donde uno tiene que desplazarse casi exclusivamente en coche u ómnibus. En todos los casos, los trabajadores decretaron ponerse espontáneamente en huelga por cuestiones salariales y de pago de horas suplementarias.
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