Con el partido entre el campeón Racing y Argentinos, comienza esta noche el torneo más precario de cuantos se recuerden en el pasado reciente del fútbol argentino. El Clausura 2002 tendrá una duración mínima record: apenas tres meses y once días, y terminará el 19 de mayo, a menos de dos semanas del comienzo del Mundial 2002, lo que obligará a que de las 19 fechas, sólo 15 se jueguen en días domingo.
Las pinceladas de la crisis dotan de fragilidad al certamen y una simple enumeración le dan al torneo el dramatismo propio del momento que vive la Argentina:
u Los 20 clubes que participan del Clausura 2002 deben, en conjunto, una cifra aproximada de 400 millones de pesos. Algunos clubes deben hasta cuatro meses de sueldos. Las primas y los premios son tan antiguos como la convertibilidad.
u No hubo compras entre los equipos. Los clubes que trajeron refuerzos (estaban permitidos dos) lo hicieron a préstamos, generalmente sin opción. ¿La operación más “cara” del receso? La llegada de Diego Crosa a Boca, a préstamo por seis meses, a cambio de 200 mil dólares.
u Sangría: los clubes venden para intentar sanear sus economías (Yepes, Córdoba, Romeo, Forlán, Pizzi), los futbolistas extranjeros se van lentamente porque ya no les conviene el tipo de cambio, los demás sueñan con una transferencia al exterior que los arranque de esta realidad.
u El partido de mañana se verá por televisión abierta: no habrá más codificado de los viernes, porque la recaudación era mínima.
u Habrá achiques por todos lados, no solo en el campo de juego. No habrá más cuarto árbitro, ni asistente deportivo, ni veedores.
u Los operativos de seguridad también fueron reducidos: esta noche controlarán Racing-Argentinos, en la cancha de Ferro, unos 400 policías; solían hacerlo 600 efectivos. La reducción del costo se estima en un 20 por ciento; el año pasado se pagaron 7 millones de pesos por ese concepto; con este achique, la cifra caería a 5,5 millones de pesos. No se descarta un rebrote violento en las canchas, a caballo de la explosiva situación social y la menor cantidad de efectivos a disposición.
¿Qué se puede esperar de este torneo? Por un lado, más de lo mismo: obligación de ganar, poco fútbol agradable. Por el otro, una pequeña esperanza: que los pibes que vayan a animar este torneo, no solo los Riquelme y D’Alessandro que todavía quedan en el fútbol argentino, sino los puñados que promueven los clubes para recomponer sus planteles, le den a la gente una de las pocas alegrías de estos tiempos, con partidos más abiertos.
El campeón se reserva unas fichas. “Racing llega muy bien al campeonato –opina Gustavo Barros Schelotto, una de sus figuras–. Estamos en un buen momento, confiados en lo futbolístico y en buena forma física después del trabajo de pretemporada. Creo que podemos repetir.”
Para el volante, Racing tendrá que jugar “como siempre, con orden pero sin perder de vista el arco contrario”, y resaltó que tras romper el maleficio de los 35 años sin títulos locales “tal vez ahora se pueda jugar un poco mejor”.