Consumado el empate frente a Colombia, Sergio Batista no ocultó su bronca cuando salió a brindar la conferencia de prensa en el recinto armado sobre la cancha de básquetbol de Colón. Si bien trató de quitarle dramatismo al resultado y, de paso, disimular las falencias exhibidas por el equipo, al técnico se lo veía molesto, frustrado. Los jugadores, a pesar de que durante el entretiempo el cuerpo técnico pegó algunos gritos para intentar corregir el rumbo del equipo, no parecen estar tampoco cómodos con el sistema de juego. Batista, a su modo, lo admitió durante la charla con la prensa, cuando tras insistir con su “idea” de juego y la preponderancia de la “idea” sobre las necesidades reales del equipo, deslizó como al pasar que “el equipo necesita un nueve”, lo que podría interpretarse como un cambio más profundo, ya que “nueves” tiene dos, Higuaín y Milito, pero en el banco de suplentes.

Ya no quedaba un alma cuando la delegación argentina abandonó el estadio de Colón entrada la madrugada, cerca de la 1.30 de ayer. La demora se debió, según trascendió, a que Lionel Messi se retrasaba en el control antidoping. Después se supo sobre la discusión con Burdisso. Así fue que los primeros en pasar por el pasillo de la zona mixta fueron los utileros y otros integrantes del cuerpo técnico. El lugar estaba colmado de periodistas, fotógrafos y camarógrafos y un nutrido grupo de voluntarios que esperaban en una escalinata la salida de los futbolistas para saludar y fotografiar a sus ídolos. Cuando salieron, los jugadores tenían las caras largas y paso apresurado. Respuesta quizás a los silbidos con los que el público los despidió del campo de juego. Parecía que la espera había sido en vano, que ninguno estaba dispuesto a hablar. Pero Cambiasso se detuvo en un sector del largo pasillo y armó la rueda, lo siguieron Tevez y Milito (ver pág. 28). Los demás, Messi incluido, clavaron la vista en la puerta de salida y se subieron al micro.