DEPORTES
› OPINION
No hay que reorteguizar
› Por Pablo Vignone
Si el presidente Duhalde hubiera dicho en su discurso “el que depositó dólares para llevarse a Ortega, recibirá a Ortega” acaso los turcos habrían esperado un cachito más para enojarse, imaginando que la Corte Suprema de la medialuna habría dictado un fallo ejemplar reorteguizando el fútbol de ese país, o al menos al dichoso Fenerbahce. Pero, así las cosas, sin que River les presentara un programa económico sustentable, resultó hasta lógico que los hombres del peine y la peineta recurrieran a la FIFA. Fuera cual fuera la posición de River respecto al jugador, la posición de los turcos es inobjetable. Y el error que cometieron (¿pagaron 12 millones de dólares para tener al jugador y no sabían que ni siquiera se banca jugar en Europa?) no justifica tener que resignarse a ser víctimas de otro vergonzoso ejemplo de picardía criolla.
Resulta que –con las dificultades económico-financieras de Turquía– los dirigentes de Fenerbahce pagaron 5 millones a River y 2,5 a Parma por el pase del Burrito, no se olvidaron tampoco de aplicar el correspondiente untisal al representante Antonio Caliendo y apenas tuvieron al jugador durante 8 de los 48 meses de contrato firmado, por los cuales ya habían adelantado 3 de los 8 palos que iba a cobrar el jujeño, adelanto que no fue retornado; ¿quién puede prometer que no va a calentarse ante la evidencia de tan espantoso negocio?
Para Ortega, en cambio, parecía negocio redondo: tres millones de dólares por jugar 8 meses (algo así como 12.500 dólares ¡por día!) y después gritar SOS en el oído de River, para retornar al pago y seguir jugando... por otro sueldito. Un comportamiento reñido con lo profesional, que resulta imposible de aceptar. Por los turcos, porque fueron estafados; por los demás, porque es inmoral.
Pero así estamos: lamentándonos porque el fútbol argentino se reorteguiza, antes que interpretar la situación con sentido común. Los hinchas de River esperaban que la buena picardía del Burrito volviera a derramarse en el Monumental. Pero esta gambeta no le salió como Ortega calculaba. Acaso haya sido mejor.