DEPORTES
› OPINION
Sin memoria y sin vergüenza
› Por Facundo Martínez
Que Juan Sebastián Verón admitiera en estos días que “la mejor manera de arrancar este nuevo ciclo es ganando la Copa América”, resultó francamente provocativo, además de torpe. En primer lugar, quisiera recordar qué pensaba el ahora Manchester Boy cuando la AFA decidió que su Selección mayor no participara de la Copa América que se disputó en Colombia en julio del 2001, y no puedo. Porque, para esa fecha, Verón, que no hablaba con la prensa desde 1998, retornaba a Europa como la mayoría de los integrantes del plantel que había sido convocado por Marcelo Bielsa para el torneo, y tras su suspensión –que fue provisoria, porque después se decidió su realización– disfrutaba de la licencia y la vuelta a casa. No dijo Verón, cuando el fútbol argentino decidía tomar su medida antisolidaria con el fútbol colombiano: “Vayamos a Colombia a disputar la Copa América”. Es que la Argentina y Verón pensaban sólo en el Mundial de Corea-Japón 2002: un lugar seguro y sin amenazas de muerte. En ese momento, la Selección marchaba primera en las eliminatorias sudamericanas y era considerada entre los máximos candidatos a ganar el Mundial asiático. Lo que pasó después, el rotundo fracaso de la Selección y de sus integrantes, no haber pasado siquiera la primera ronda, llamó a todos esos jugadores a un largo silencio. Ahora parece que a Verón no le interesa tanto liderar una clasificación –”estoy cansado de salir primero”, dijo– sino ganar una Copa América. “El equipo se tiene que ver en las cosas importantes y por eso ganar la Copa América sería bárbaro”, agregó el ex Boca y Estudiantes. Verón se refiere al certamen que se disputará en Perú el próximo año y que será, sin dudas, la primera prueba de fuego de cara al Mundial de Alemania 2006. Pero también era una gran prueba la Copa América de Colombia, que finalmente se llevaron los locales; una prueba que la Selección no pasó y que nos valió el rótulo de “argentinos hijos de puta”, como se leía en una bandera exhibida frente a la embajada argentina en Bogotá, en el marco de la campaña antiargentina que se inició en ese país, siempre a causa de la decisión de la AFA de no presentar a su equipo, cuyo lugar ocupó, más que dignamente, la selección de Honduras. Por eso, que Verón hoy se golpee el pecho por ganar una Copa América no me parece más que un gesto de oportunismo, una manotazo de ahogado, tras su fallida actuación mundialista y su silencio. Me dio bronca, lo reconozco, que Argentina no jugara en Colombia por “problemas de seguridad” –acaso porque pienso que nuestros problemas son tan malos como los de los colombianos, bolivianos, peruanos...–, pero más me molesta que Verón se haya despertado un día sin memoria y sin vergüenza.