DEPORTES
› DOS GOLES DEL BURRITO EN EL FINAL LE DIERON LA VICTORIA
River lo ganó con Ortega
No jugó bien y tuvo que sufrir para vencer 3-1 a Talleres en el Monumental.
El partido era parejo y pudieron ganar los cordobeses, pero un penal y un golazo del jujeño salvaron la tarde. Cavenaghi había abierto la cuenta, empató Astudillo y se fue expulsado Rojas.
El jueves se miden por la Libertadores.
› Por Pablo Vignone
Pusimos las populares a siete pesos y aun así vino poca gente –tiró al pasar el dirigente de River, antes de empezar.
–Suerte que no vino mucha gente; si no, los matan a los jugadores -reflexionó el directivo en el entretiempo, cuando las intenciones y el producto de River seguían caminos bifurcados.
–¡Qué fiesta, viejo! Lástima los que no vinieron, que se lo perdieron. Aunque, la verdad es que no jugamos bien... –cerró el dirigente, cuando el partido y la angustia eran historia, sintetizando el debut de River en el Clausura.
Durante 86 de los 90 minutos, River tuvo la plata en el corralito que le trazó Talleres en torno de sus hombres clave, Ortega y D’Alessandro, y alrededor de la zona fronteriza del arco que defendía Cuenca. Durante todo el primer tiempo, River disfrutó apenas de dos situaciones de gol: una fue adentro gracias a una avivada de Cavenaghi (finalmente jugó el juvenil porque jamás llegó el transfer de Juan Esnaider que la Federación Italiana le mandó a la Portuguesa y ésta debió mandar a la AFA), que se desprendió de la marca de Sotomayor y batió a Cuenca.
Pero no pudo sacar la bronca a plazo fijo que se gestaba en la tribuna hasta que Manfredi le cometió un dudoso penal a Coudet, que Brazenas cobró sin dudar, y que Ortega transformó en la diferencia. Hasta esos cuatro minutos finales, en que se apagaron los cacerolazos verbales que se gestaban, River vivió atrapado en la evidente esquizofrenia que implica disponer del mejor plantel del campeonato, pero no disfrutar el mejor equipo.
Cavenaghi le daba letra a los que lo sostienen en desmedro de los otros nueve que tiene River: al ratito casi marca el segundo, pero Cuenca estuvo un poquitito más despierto que Sotomayor y alcanzó a desviar. Para colmo, en una réplica, Astudillo aprovechó un pase de cabeza del torpe Perico Ojeda para reaccionar antes que Garcé y Ayala y disponer el empate. Más corralito para la ilusión.
A River ni siquiera le quedaban energías para protestar por la inmovilización del talento. Adelante había abulia; atrás, sueño; D’Alessandro estaba en otra cosa, y aunque Ramón Díaz mandó al pibe López a la cancha para que sonara el despertador, el ritmo seguía cansino. El pibe Lux le arrancaba con el pie a Astudillo la chance de una tarde gloriosa, impidiendo la desventaja, y a quince del final, Rojas se iba expulsado por doble amonestación.
Hasta que llegó el penal. Y, tres minutos después, un golazo del Burrito Ortega –contragolpe por la derecha, gambeta en el medio, carrera hasta el área, enganche y desaire, remate tipo guante al ángulo del primer palo– le ponía candado a la polémica.
Así jugando, River no es candidato; así ganando, se prenderá en la punta. Pero los senderos que se bifurcan, entre el querer y el poder, no suelen depositar al caminante en las puertas de la consagración.
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