DEPORTES › TENIS > NADAL Y FEDERER PELEAN POR LA SITUACIóN DEL CIRCUITO
Si bien el español aceptó que se excedió en las críticas públicas al ex número uno, sus divergencias con el suizo por la actualidad de la ATP parecen cada vez más extremas.
› Por Sebastián Fest
Hubo reuniones a medianoche intentando acercar posiciones y repetidos intercambios de ideas y propuestas, pero en el segundo fin de semana de 2012, en Australia, la gota colmó el vaso y sucedió lo impensable: Rafael Nadal criticó duramente en público a su idolatrado Roger Federer. Nadal se disculpó ayer y pidió a los medios que no den forma a “historias locas”. Pero, como el propio español admite, lo dicho, dicho está. Y aunque sus palabras asombren, no son inesperadas ni fuera de la lógica, porque las divergencias entre Nadal y Federer eran tan subterráneas como claras.
“Lo que dije, lo dije. Siento haber dicho eso, en especial a vosotros. Porque cuando digo eso, se lo tengo que decir a él personalmente”, reconoció Nadal ante la prensa, culminando un “control de daños” que se había iniciado muchas horas antes con contactos entre ambas partes. Y Federer, poco después de avanzar a la segunda ronda del Abierto de Australia, siguiendo el camino de Nadal, devolvió la señal de paz bajando los decibeles. “Las cosas entre nosotros están bien. No tengo malos sentimientos hacia él”, dijo el número tres del mundo, que sin embargo dejó en claro que se vio sorprendido por las duras declaraciones de Nadal el domingo en Melbourne.
Todo se desató a partir de una pregunta en la que se le recordaba a Nadal que Federer dijo días atrás que criticar la situación del circuito es perjudicar al tenis. El español no pudo ser más duro en su respuesta. “Estoy en desacuerdo con él. Es muy fácil decir yo no digo nada, todo es positivo y quedo como un ‘gentleman’ y que se quemen los demás.”
Federer es el presidente del consejo de jugadores de la ATP y Nadal el vice. Durante más de dos años los acuerdos entre ambos fueron visibles y los desacuerdos disimulados, pero en noviembre, durante el Masters de Londres, Federer dijo con llamativa claridad que en su carácter de presidente había cosas que no estaba dispuesto a permitir. Entre esas cosas figuraban la renovada insistencia para reducir aún más el calendario anual, el ranking bienal en vez de anual, y como telón de fondo, la amenaza de una huelga de jugadores. “Todo ese asunto de un boicot surgió hace unos meses, pero no tiene sentido”, dijo Federer. Nadal respondería poco después durante una entrevista con dpa: “El tiene sus ideas como presidente del consejo, yo como vicepresidente tengo otras, evidentemente”.
Horas después de aquella entrevista Federer se clasificaba para las semifinales del Masters y Nadal cenaba con su novia, María Francisca. Resueltas ambas citas, en la medianoche de aquel sábado 25 de noviembre, las dos “R” del tenis mundial, Rafa y Roger, se reunieron para intentar acercar posiciones. “Era sólo cuestión de escucharlo a él y de que él me escuchara a mí en cuanto a qué pienso”, diría Federer pocos días más tarde a The New York Times. No fue más allá de eso, decirse a la cara sus posiciones. Por eso el sábado, sin acuerdo entre los dos líderes del circuito, las cosas se desbocaron durante la reunión de jugadores en Melbourne, dos días antes del inicio del Abierto de Australia.
En un ambiente caldeado, Nadal tomó el micrófono y dijo que los jugadores están “unidos”, “listos” y que buscarán “lo que merecen”. Ya habían hablado otros jugadores, algunos de ellos críticos con el reparto de dinero, en particular con la cantidad que llega a aquellos que no son estrellas. Federer no abrió la boca, se limitó a escuchar. Pero así y todo se llegó a votar en medio de cierto caos acerca de si debía irse a la huelga. El director del Abierto de Australia bromeó, nervioso, diciendo que en todo caso no la hicieran en su torneo. La abrumadora mayoría votó a favor, unas pocas manos quedaron sin alzar, entre ellas la de Federer.
“En mi opinión, eso fue un sin sentido completo. Los muchachos estaban calientes, excitados, pero afortunadamente había algunas cabezas frías allí que calmaron a los demás”, dijo ayer el croata Ivan Ljubicic, predecesor de Federer como presidente del consejo de jugadores. “Es como un circo, no puedes tomarte algo así en serio, una vergüenza”, añadió Ljubicic. “Así no se logra nada, yo ya pasé una guerra, prefiero hablar a luchar.”
Federer, con elegancia, cerró la caja de Pandora abierta horas antes por Nadal: “No podemos estar de acuerdo siempre en todo. Antes (Nadal) solía decir que lo que dijera Roger estaba bien para él. Hoy es mucho más adulto, tiene opiniones fuertes, algo que creo que es grandioso. Es lo que necesitamos”.
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