Con una tarea muy deslucida, Boca inició su defensa del bicampeonato de América. Sin jugar bien y con escasas situaciones de gol, el equipo de Oscar Tabárez apenas igualó sin goles con el modesto Santiago Wanderers de Chile, por el Grupo 6 de la Copa Libertadores. Boca extrañó notablemente a su conductor, Juan Román Riquelme, que jugó con la Selección en Gales, y produjo una actuación decepcionante, ante las 15 mil personas que se acercaron a la Bombonera.
Boca arrancó con claras intenciones de jugar por abajo. Con Gaitán parado como Riquelme y con Pérez como su socio, el equipo de Tabárez intentó tocar aunque sin la suficiente profundidad como para generar peligro. Por el contrario, el conjunto chileno salió a esperar para ver qué pasaba y que los minutos pasaran.
El equipo argentino comenzó a generar situaciones aunque no estuvo fino en la puntada final. Sobre todo el Mellizo Guillermo, que tuvo las chances más claras. Primero lo perdió luego de un desborde de Clemente Rodríguez, y más tarde en una jugada personal.
A medida que pasaban los minutos, los visitantes se sentían más cómodos con el desarrollo. Ordenados en el fondo, y con prolijidad en el toque, ya no pasaban sofocones y hasta se animaron a inquietar a Abbondancieri. Tuvo el gol Riveros, tras un buen desborde de Soto, pero su remate se fue excesivamente alto. Boca ya no dominaba y lo que en principio era una intención de toque, se transformó en un juego intrascendente e impreciso de tres cuartos hacia adelante. A pesar del trámite, Boca contó con otra chance clarísima, cuando le bajaron la pelota a Guillermo en el área chica pero el delantero intentó picarla y se encontró con la rápida salida del golero Varas.
En la segunda parte, el conjunto de Tabárez continuó sin exhibir demasiadas luces. Lento en el traslado, y sin pimienta arriba, sus llegadas se limitaron a maniobras individuales o a jugadas con pelota detenida.
El partido se tornó monótono y aburrido; mientras Boca intentaba arrimar sin las necesarias ideas, los chilenos se limitaban a toquetear el balón y a esperar a que el tiempo se agotara. Apenas inquietaban por el sector izquierdo, donde Martínez era una invitación para encarar. Con esas escasas armas, los visitantes estuvieron a punto de ponerse en ventaja, cuando Soto eludió a Abbondancieri, pero se quedó sin ángulo y debió enviar el centro. Sin arquero, Fernández cabeceó afuera.
Por el lado de Boca, Guillermo seguía siendo el más peligroso, aunque siempre nublado al momento de definir. Para colmo, el local ni siquiera apeló a la entrega para llevarse por delante a un rival limitado.