Vie 22.06.2012

DEPORTES  › OPINION

La lógica de la panchera

› Por Gustavo Veiga

Podría llamarse la lógica del que mata o erra. Una lógica de la que dependerá el castigo. Blas Armando Giunta, el técnico de Almirante Brown, rival de River en el crucial partido de mañana, dijo: “Tiramos una panchera y nos sacaron 18 puntos. Acá mataron a un tipo y nadie hace nada”. Se refería al crimen del hincha Gonzalo Saucedo en la platea del Monumental. El último de un largo inventario de asesinatos en el fútbol argentino.

Para el entrenador, símbolo de un Boca pretérito, arrojar un armatoste desde la tribuna alta de la cancha de Racing (ocurrió en un partido con Estudiantes de Buenos Aires por el ascenso en 2007) quizá no merecía aquella sanción. Y sí, sugiere que a River le hicieron precio con la clausura de su tribuna Sívori. Nada de quita de puntos. Una prerrogativa de los más grandes. Algo demasiado cierto y avalado por las estadísticas.

La lógica violenta y frenética de nuestro juego más popular y masivo no se detiene. Giunta, un personaje a medida para el programa de Anabela Ascar, juega al juego de las semejanzas o las diferencias. Si una panchera equivale a perder 18 puntos e irse al descenso (como le ocurrió a su equipo a la temporada siguiente, en 2008), con esa lógica disciplinaria a River debería aplicársele una sanción mayor. Ergo, se cumpliría su sueño: “Me gustaría que se quede en la categoría”. Una chicana que sólo contribuye a inflamar más las polémicas futboleras del fin de semana.

El problema no es tanto lo que declara Giunta –ni más ni menos que lo que dice el resto del ambiente–, sino la lógica del poder con que se mueve la corporación del fútbol. Los hijos y entenados siempre existieron. Almirante Brown, Nueva Chicago, Colegiales y Excursionistas son apenas un puñado de clubes –entre otros– que recibieron penas durísimas por distintos incidentes, con muertes o sin ellas. En las antípodas, Boca y River, por hechos semejantes, fueron castigados con penas irrisorias. La panchera no tiene la culpa y sí los que la arrojaron. Giunta expresa el sentimiento de los entenados, más allá de sus inoportunas declaraciones. Pero no habría que perder de vista que el fútbol es un negocio que amplifica nuestras peores miserias. Y una de ellas es la injusticia de la justicia con que se gobierna.

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