DEPORTES › OPINIóN
› Por Gustavo Veiga
No tiene vergüenza el señor Mario Israel. Tampoco tiene recato ni honestidad intelectual. Mérito del periodista Ariel Senosiain, que consiguió entrevistarlo para el diario Olé, el monje negro de José María Aguilar, tan responsable como fue responsable el ex presidente del desastre al que llevaron a River, hoy sale a hablar. Dijo, entre otras cosas: “No fuimos corruptos ni ineficaces. El club siguió funcionando normalmente cuando nos fuimos”. También declaró que vivió el descenso “con inmenso dolor. Sin poder creerlo. Y sostengo que no tuvimos ninguna responsabilidad. River se fue al descenso por esta conducción (la de Daniel Passarella)”. No vale la pena repetir cómo se desmarcó de la barra brava a la que le dio de comer.
Causa estupor lo que dice. Abandonó el silencio que debería haber sostenido hasta jubilarse. Defendió a su amigo y socio (era lógico) y se victimizó como lo hacen aquellos que están acorralados por el veredicto popular.
No se trata de pedir el harakiri para los dos ex dirigentes ni tampoco recrear Fuenteovejuna. Si los socios e hinchas de River hicieran justicia por mano propia (como hoy se lee que quieren intentarlo en los foros del club o los medios) le responderían al juez con aquel texto de Lope de Vega: “Fuenteovejuna, Señor; ¿Quién es Fuenteovejuna?; Todo el pueblo, Señor”. Y el rey los perdonaría, aunque no vivimos en una monarquía, por fortuna. Además, Israel y Aguilar –lo misma da a quién se nombre primero– cuentan con todas las debidas garantías de un juicio. En junio de 2011, Passarella anunció que River les había iniciado cuatro.
De Israel cabe agregar algo que este escriba redactó el 7 de agosto de 2006 en estas páginas: “Las dificultades más grandes que atravesó datan de los ’80 y los ’90. Y tuvieron que ver con la caída del Banco San Miguel y la empresa Hípica Platense, donde había llegado a ser vicepresidente. En esta última soportó una demanda porque se habría quedado de manera indebida con retenciones a los premios de las carreras. La gobernación bonaerense le llegó a reclamar 14 millones de pesos a su compañía de apuestas. Una bicoca para alguien que en marzo del 2001 decía que gastaba más de mil pesos mensuales en teléfono celular y otros mil en gastos de representación como dirigente”.
Habría que agregar: las dificultades más grandes las tiene ahora. En la entrevista que concedió desafía con su regreso al estadio Monumental. Por su seguridad, no se lo aconsejaríamos.
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