Para llegar a la final olímpica en básquetbol, otra vez hay que superar el obstáculo que significan los NBA estadounidenses. Como en Atenas 2004, cuando se logró el triunfo 89-81,y luego se cosechó la medalla dorada. O como en Beijing 2008, cuando la victoria 101-81 fue para los norteamericanos y el podio hubo que buscarlo en el partido por el tercer puesto ante Lituania. A partir de las 17, la Generación Dorada buscará escribir otra página brillante de su gloriosa historia cuando se midan ante el Dream Team, que viene invicto de la mano del talento de Kevin Durant, LeBron James y Kobe Bryant, entre otros astros de la máxima competencia del mundo.

“En el ADN de este equipo está ir a buscar la victoria, no se les pasa por la cabeza ir a ver qué pasa.” Con esas palabras, el entrenador Julio Lamas dejó en claro la actitud que asumirán sus jugadores ante la posibilidad histórica que se les presenta. En Indianápolis 2002 y en Atenas 2004 ya consumaron la hazaña. “Siempre vamos a querer ganarle al Dream Team, ya lo hicimos dos veces en diez años. ¿Por qué no podemos pensar en volver a lograrlo?”, se ilusionó Andrés Nocioni, que junto a Luis Scola y Emanuel Ginóbili estuvo en aquellas victorias. En 2004, a ese grupo se sumó Carlos Delfino. “Si tenemos un uno por ciento de posibilidades de vencerlos, vamos a dar nuestro mejor esfuerzo para que suceda”, agregó el escolta santafesino.

Del otro lado, más allá del enorme potencial que tiene el equipo estadounidense, el respeto a la Selección Argentina existe. Y no sólo por las individualidades, sino también por el juego de conjunto que es capaz de desarrollar. Así lo explicó el entrenador norteamericano, Mike Krzyzewski. “Forman un mejor equipo unidos que si sólo tenemos en cuenta la suma de sus individualidades. Y eso que entre sus estrellas estamos hablando de dos de los mejores jugadores de la historia del básquetbol internacional como Luis Scola y Emanuel Ginóbili”, indicó Krzyzewski. “Jugar contra Argentina siempre es especial. Es un equipo que nunca se rinde y que luchará hasta la última pelota, sin importar cuál sea el resultado”, remarcó el pivot estadounidense Kevin Love.

Además de los recuerdos de aquellos triunfos, los últimos antecedentes dejaron una pequeña luz de esperanza. En el amistoso disputado en Barcelona, Estados Unidos se impuso 86-80, luego de un comienzo arrollador, aunque luego tuvo que soportar una buena levantada argentina. En el encuentro de la fase inicial, otra vez la victoria fue estadounidense (126-97), aunque el desarrollo resultó muy distinto. En el primer tiempo el partido fue parejo e intenso (60-59), aunque los norteamericanos se despegaron en el tercer cuarto para llegar a un triunfo cómodo. En ese juego no estuvo Pablo Prigioni, base titular argentino, aquejado por un cólico renal, por lo que su suplente, Facundo Campazzo, debió jugar casi los 40 minutos.

Si bien esos antecedentes ya son parte del pasado, los dos entrenadores tomaron nota de lo ocurrido. “Hemos jugado dos partidos duros contra ellos recientemente y esperamos que éste sea el más difícil de todos ellos”, señaló Krzyzewski. “Estados Unidos es el único equipo que está por encima del resto. La última vez jugamos sólo dos cuartos ante ellos; ahora necesitamos que sean los 40 minutos para poder pensar en ganarles”, aseguró Lamas. Sus jugadores, más de una vez, ya dieron muestras de poder hacerlo.