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La identidad del clásico
Por Diego Bonadeo
En el deporte argentino, los clásicos han sido siempre un clásico, valga la obvia estupidez. Al más significativo, River-Boca, infinidad de otros se le fueron sumando. Pero fueron y son clásicos per se. Televisión mediante, no solamente aparecieron los prefabricados por programación horaria sino también por las cuestiones colaterales de los clásicos.
River-Boca, Ford-Chevrolet, Vilas-Clerc, Gatica-Prada (aunque para quien esto escribe el boxeo no sea deporte), Palermo-Parque en básquetbol, CASI-CUBA en rugby, tenían identidad de clásicos como tantos otros y en algunos casos la siguen teniendo. Pero la colateralidad de los clásicos de alguna manera la quitan o, por lo menos, le restan la esencia de tales.
Tomemos el del domingo, por ejemplo. Además de la historia de River-Boca, que se remonta a la era pre1931 –la del supuesto y nunca demasiado comprobado amateurismo–, River llegaba con la inmediatez de su derrota con escándalo en Colombia, con su estadística negativa contra Boca, con la eventual caducidad de contrato para su técnico y demás. Boca, con su continuidad en la Copa Libertadores y la estadística a favor. Los condimentos no pasaban solamente por el hecho de encontrarse una vez más. Además están peleando el campeonato con Vélez. Y las secuelas del partido no pasan solamente por el muy buen primer tiempo de River, ni porque Boca lo dio vuelta con fútbol y con el Mellizo Guillermo. Ni tampoco porque el referí Baldassi –que como los directores técnicos no juega, pero incide más que ellos porque está en la cancha y decide cosas del juego– haya sido corresponsable de un buen partido. Las secuelas son las conferencias de prensa, y las discusiones sobre el supuesto apresuramiento del árbitro en la segunda amarilla a Demichelis. Como si no hubiera habido “apresuramiento” de Barros Schelotto al primerear desde el juego para que Boca llegara al empate.
Tampoco es cuestión de limitarse a la melancolía, para nostalgiar que “clásicos eran los de antes”. Solamente puntualizar que así son los de ahora, aunque muchas veces algunos, de clásico, sólo tengan el envase. Algo así como decir que el partido, la carrera, la competencia o lo que fuere, no se da solamente en la fecha prefijada. Es algo así como cuando en la escuela estudiábamos las causas de la Revolución de Mayo y la historia oficial no nos dejaba en claro de qué lado estaban Napoleón, la realeza española o Cornelio Saavedra.