Jugó un tenis por momentos ideal. Con una tremenda variedad de golpes, sin acusar el cansancio presagiado tras la extenuante cita de cuartos ante Mariano Zabaleta, sin respetar, como había prometido, los pergaminos de su rival, el segundo mejor tenista del mundo y su ídolo de pequeño, Guillermo Coria se clasificó semifinalista de Roland Garros, el segundo Grand Slam del año. La victoria 4-6, 6-3, 6-2, 6-4 ante André Agassi no será una anécdota: para el santafesino resultó el partido de su vida y está empeñado en lograr que, ni aun ganando la final del domingo, su felicidad pueda ser superada. En la semifinal del viernes lo espera el holandés Martin Verkerk, una sorpresa hasta para el mismo Coria.
El partido se jugó en el court central Philliphe Chartrier ante 16.000 espectadores que disfrutaron con el excelente tenis jugado, especialmente por el alto nivel que mostró el argentino, a quien todos querían ver por sus excelentes resultados de este año.
Rápido de piernas, con resolución, con una gran ambición en cada uno de sus golpes, el santafesino cambió el signo del encuentro, teniendo en cuenta que en las dos ocasiones anteriores había cedido contra el Kid de Las Vegas, que ganó su último Roland Garros en 1999.
Coria salió decidido a olvidarse de que tenía ante sí a uno de los mitos de este deporte, a quien había visto por televisión coronarse campeón en Roland Garros, cuando él solo contaba ocho años. El revés fue clave en la victoria: Coria metió 16 de esos golpes ganadores en forma consecutiva. Y pese a no ser un jugador de red, ganó el punto en 11 de las 17 ocasiones en que subió a definir. Agassi sólo ganó la mitad de esos puntos, y su record de errores no forzados fue muy superior al del argentino.
El encuentro podría haber sido más fácil para Coria, que se colocó con 4-1 en el primer set. Pero Agassi mostró su clase para ganar después cinco juegos consecutivos, y llevarse el parcial.
En ese momento pareció que el santafesino no soportaría el intenso ritmo del partido, a causa del desgaste que sufrió en el choque ante Zabaleta. No dejaba de mirar las nubes que cubrían el cielo de París, como rogando que lloviera para poder descansar, y cuando unas pocas gotas comenzaron a caer sobre el court, le pidió al árbitro que parara el juego.
Como eso no sucedió, tampoco se dio por vencido y siguió machacando con su revés paralelo, su mejor arma. Concentrado en el juego, con enorme fortaleza mental y una enorme variedad de recursos técnicos, otra vez empezó a dominar el juego y, sobre todo, aprovechando los primeros errores de Agassi se puso 5-1 arriba. El norteamericano reaccionó para el 5-3, pero luego perdió su saque. Set iguales.
En el tercer parcial, Coria volvió a quebrar el saque de Agassi en el comienzo. Con el marcador 4-2, un oportuno break le posibilitó ponerse a tiro del parcial, que luego ganó –en apenas 25 minutos– con su saque.
Agassi estaba desconcertado ante la fabulosa actuación del santafesino, en especial por su reacción para llegar a cualquier pelota, y no conseguía emparejar el juego. Continuó cometiendo muchos errores y perdió su saque. Coria hizo lo mismo, acaso aquejado por los nervios, pero la sensación de solidez que transmitía no permitía pronosticar un vuelco en el partido.
Dando muestras de su velocidad física y mental, en esos últimos games Coria hizo de todo: pegó espectacularmente de derecha, tiros drops, globos, golpes repletos de calidad. Con el marcador 4-4 volvió a quebrar el saque de Agassi (con un record notable) y se puso 5-4 con el servicio a su favor. El norteamericano dejó la pelota en la red. Estaba listo.