El 4-1 que Racing le estampó anoche a San Lorenzo en el Bajo Flores se explica a partir de dos datos coincidentes: la Academia jugó el mejor partido del ciclo de Zubeldía y San Lorenzo el peor desde que Pizzi lo dirige. Racing estuvo seguro, preciso e inspirado con la pelota, distribuyó mejor su gente sobre el campo y tuvo varias individualidades en alto nivel. Villar, Zuculini, Camoranesi y los juveniles De Paul y Vietto tuvieron un anochecer estupendo. También puede sumarse a Saja a la lista, con tres atajadas notables.

San Lorenzo, en cambio, insinuó un juego directo y explosivo. Pero se quedó sólo en eso. Cuando Racing pudo acomodarse en el medio, las diferencias resultaron ostensibles. En el manejo del balón, en la movilidad de sus hombres y en los rendimientos personales, hubo siempre un equipo mucho mejor que el otro. Bien puede decirse que la Academia acabó ganando, gustando y goleando porque tuvo mediocampistas más dinámicos y atacantes más profundos que San Lorenzo.

Racing arrancó perdiendo. A los 7 minutos, el chico Héctor Villalba, en una sensacional corrida de contraataque de 70 metros y con un furioso derechazo, puso en ventaja a San Lorenzo. Pero el empate llegó pronto: tres minutos después, Zuculini empalmó de volea un centro de Villar y anotó el 1-1. El mismo Zuculini tras un rebote, adelantó a la Academia en la carrera. Y luego de un repunte del Ciclón que lo arrimó al filo de la igualdad, Racing resolvió todo con dos golazos.

Primero Vietto habilitó de taco a Camoranesi y éste se la pasó a De Paul, cuyo derechazo con rosca al segundo palo decretó el 3-1. Y luego, Vietto pescó un rechazo largo de Corvalán, le hizo un nudo a Mercier y definió con certeza. Fue el cierre insuperable de una noche de fuertes emociones que San Lorenzo y Racing no olvidarán por razones inversas.