Con el recuerdo del Maracanazo, cuando Uruguay derrotó en Río de Janeiro a Brasil en la final del Mundial de 1950, presente en cada uno de los espectadores, Brasil venció ayer a un duro Uruguay por 2-1, se clasificó para la final de la Copa FIFA Confederaciones 2013, donde buscará su cuarto título en este torneo, y dejó en el césped del estadio Mineirao de Belo Horizonte, rodeado de manifestantes (ver página 21), el fantasma de un Mineirazo.

Fred, a los 42 minutos, y Paulinho, a los 86, le dieron el triunfo a Brasil para delirio de los 57.480 espectadores presentes. Edinson Cavani, a los 48, había igualado para Uruguay, que dio una fuerte pelea y que podría haber cambiado la historia si Diego Forlán no erraba un penal a los 14 del primer tiempo.

Brasil jugará el domingo la final del torneo en el estadio Maracaná de Río de Janeiro contra el vencedor de España-Italia, que chocan hoy en el estadio Castelao de Fortaleza en la segunda semifinal (ver aparte).

Uruguay, por su parte, se cruzará también el domingo en el partido por el tercer puesto contra el perdedor de España-Italia.

Brasil no salió a avasallar desde el principio como en sus anteriores partidos y fue controlado por la celeste, que le tapó la salida de los dos laterales, Dani Alves y Marcelo, y lo dejó sin sus principales motores para iniciar los ataques.

Poco había pasado cuando a los 14 minutos Uruguay tuvo la gran chance de abrir el marcador, pero se topó con un enorme Julio César. El defensor local David Luiz le cometió penal a su par celeste Diego Lugano cuando éste iba en busca de un corner. Diego Forlán remató a la izquierda del arquero que le adivinó la intención y desvió la pelota al corner.

“Un penal no es un gol”, consideró después del partido el entrenador uruguayo Oscar Tabárez, al advertir que la causa de la derrota celeste llegó por un descuido defensivo. “En el segundo gol (convertido por Paulinho a los 86 minutos) perdimos una marca y nos anotan por el camino menos pensado.”

El único jugador amarillo que inquietaba a la defensa visitante era Hulk, el delantero del Zenit San Petersburgo, que a los 28 minutos remató desviado. Uruguay respondió por intermedio de Forlán, que disparó de zurda desde la medialuna por encima del horizontal, mientras el partido se perdía en medio de los forcejeos y el aburrimiento.

Pero a los 42 minutos, en su primera estocada a fondo, Brasil abrió el marcador. El astro Neymar, que hasta entonces había pasado desapercibido, le ganó la espalda a la defensa celeste entrando por izquierda para recibir un pase de Paulinho, Muslera le tapó el remate y Fred apareció por el medio para recoger el rebote y anotar el 1-0. Este fue el tercer tanto del centrodelantero del Fluminense en el torneo. Hasta ese momento prácticamente no había entrado en juego.

Apenas empezado el segundo tiempo la celeste respondió también con uno de sus goleadores de clase, Cavani. El Matador, máximo anotador de la Liga italiana, ganó una pelota suelta en el área brasileña y remató de zurda y cruzado para marcar el empate 48 y silenciar el Mineirao.

Brasil acusó el impacto y recién a los 56 volvió a inquietar con un tiro libre de Hulk que Muslera desvió con sus puños. El partido recién entonces ganó en intensidad, con ambos equipos en busca de la victoria, y Julio César volvió a salvar a Brasil a los 66 al desviar un cabezazo de Suárez.

En la réplica Fred remató por encima del horizontal en un veloz contragolpe auriverde y dos minutos más tarde, a los 69, Muslera controló un disparo de Neymar.

Hasta que a los 86 minutos, cuando parecía que el partido se escurría en un intrascendente empate, Paulinho, mediocampista del Corinthians y pretendido por varios equipos europeos, apareció por el segundo palo para conectar de cabeza un corner ejecutado por Neymar y darle el sufrido triunfo al equipo de Luiz Felipe Scolari.