Vie 28.02.2014

DEPORTES  › OPINION

Las nieves del tiempo

› Por César R. Torres *

La delegación argentina que concurrió a los recientes Juegos Olímpicos de Invierno realizados en Sochi, Rusia, no sobresalió por su rendimiento deportivo sino por las desavenencias entre dirigentes y deportistas. La comparación de la primera participación argentina en los Juegos Olímpicos de Invierno desde el retorno de la democracia con esta actuación en Sochi permite observar continuidades y fracturas en el desarrollo de los deportes invernales en el país. A continuación, se presentan los detalles más salientes de dichas participaciones olímpicas. El lector sacará la cuenta de qué cambió y de qué debería cambiar. Quizá la perspectiva comparada que ofrecen “las nieves del tiempo” (Alfredo Le Pera dixit) sea útil a los dirigentes deportivos en sus discusiones sobre el futuro de los deportes invernales en el país. En los Juegos Olímpicos de Invierno de Sarajevo (1984), la Argentina estuvo representada por dieciocho deportistas. Debido a la falta de apoyo estatal, éstos debieron solventar parte de los gastos del viaje con dinero propio. En su momento los deportistas dijeron que a cada uno le costó 2400 dólares. De acuerdo con una crónica publicada pocos días después de concluidos los Juegos, los deportistas argentinos “pagaron con dinero familiar, con producto de rifas, bailes y donaciones los gastos para viajar, entrenar, habitar, alimentarse”. En la Federación Argentina de Ski y Andinismo (FASA) figuraba como subcampeona argentina una deportista chilena, a quien habían inscripto para participar en los Juegos. Alertados del error, los dirigentes federativos le informaron a la deportista pocos días antes de partir hacia Europa que su participación en los Juegos era imposible. Consultado sobre el entuerto, José Antonio Almécija, entonces presidente de la FASA, aceptó que una deportista chilena había sido inscripta como argentina, pero aclaró que “no hubo mala fe en nadie. El club andino Lácar la presentó como tal y la aceptamos como tal”. Los deportistas del equipo nacional se quejaban, por ejemplo, de la falta de control y asistencia médica, de la contratación de un entrenador extranjero a último momento y de la discordancia entre el puntaje utilizado por la FASA y el de la Federación Internacional de Ski para confeccionar el ranking de cada especialidad. Magdalena Saint Antonin, una integrante del equipo nacional, resumía la situación: “Estamos desasistidos en todo. El presidente apenas si conoce nuestros nombres, el entrenador apenas habla nuestro idioma porque es yugoslavo y apenas hay diálogo”. Almécija, por su parte, se defendía clamando: “La culpa la tienen los padres. Se quejan de todo. Discuten el ranking, se quejan de las autoridades, en suma, se meten en lo que no les corresponde. Algo muy de nuestro país”. Mientras tanto, Magdalena Birkner lograba el decimoctavo puesto en una de sus pruebas, la mejor ubicación individual argentina. Los representantes nacionales habían llegado en decimoséptimo lugar, el último, en una posta. El periodista Esteban Peicovich escribió que la participación argentina en los Juegos fue “una obra maestra de la improvisación”. Por su parte, el Comité Olímpico Argentino (COA) argumentó: “En lo deportivo, la actuación fue meritoria y sobresaliente la conducta social de todos los miembros de la delegación”. En los recientes Juegos de Sochi (2014), la Argentina estuvo representada por siete deportistas. De acuerdo con informaciones periodísticas, la preparación del equipo nacional comenzó en noviembre pasado e incluyó varias competencias clasificatorias realizadas en Europa. Julietta Quiroga, una integrante de dicho equipo, reconoció que “hace varios años venimos haciendo un trabajo impecable con entrenadores técnicos y físicos, poniendo todo el esfuerzo posible”. Los siete representantes argentinos en los Juegos reciben becas del Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo y/o de la Secretaría de Deporte. Mario Moccia, secretario general del COA, explicó: “Nunca como en estos últimos tres años se les dio tanto apoyo a los deportes de invierno”. Macarena Simari Birkner (foto) obtuvo la vigésima colocación en una de sus pruebas, en lo que fue la mejor ubicación nacional. Mientras ella y sus compañeros competían, se ponía de manifiesto una tensión subyacente relacionada con la composición del equipo nacional. Macarena y su hermano Cristian Simari Birkner culparon de arbitrariedad a las autoridades de la FASA por no haber incluido a la hermana de ambos, María Belén. Esta presentó un recurso a la Corte Arbitral del Deporte por discriminación que fue oportunamente rechazado. Más aún, Cristian Simari Birkner dijo que los entrenadores del equipo nacional “no están a la altura de unos Juegos Olímpicos” y que los directivos fueron a “pasear”. La disputa llegó a punto tal que Macarena Simari Birkner denunció haber sido maltratada físicamente por un entrenador del equipo nacional. Las divergencias no son nuevas. Salomé Báncora, otra integrante del equipo nacional, sostuvo que “los problemas existen desde hace mucho tiempo. Soy la más chica del equipo argentino y desde el primer momento en el que entré ya había dos grupos. No hay relación con el otro”. Matías Jerman, presidente de la FASA, intervino en la disputa, afirmando que en los últimos años varios integrantes de la familia Simari Birkner habían recibido apoyo de diferente tipo como pocos deportistas argentinos. “A pesar de ello –prosiguió–, la familia se dedicó a la crítica infundada y fortuita, creando un estado de tensión permanente en el seno de la delegación olímpica nacional.” Más allá de las acusaciones cruzadas, la pregunta es cómo hará la dirigencia para que en los próximos Juegos la delegación tenga una participación digna. Por lo pronto, Moccia afirmó que se le solicitará un informe a la FASA sobre lo sucedido para “determinar cuáles serán las medidas a tomar”. Al volver de Sarajevo en 1984, los deportistas argentinos encontraron bastante indiferencia. Difícilmente la situación se repita con los que acaban de regresar de Sochi. Después de 30 años, qué significa estar a la altura de los Juegos Olímpicos de Invierno continúa siendo una cuestión a debatir. Q Doctor en Filosofía e Historia del Deporte. Docente en la Universidad del Estado de Nueva York (Brockport).

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