El presidente Javier Cantero descreyó ayer que personifique “el problema” de Independiente, como atribuyen la oposición y un sector de los socios e hinchas, frente a la crisis deportiva e institucional. El dirigente asumió “todas las responsabilidades” por el presente del club, coincidió con Omar De Felippe en calificarlo como “un quilombo” y se mostró dispuesto a “pagar el costo político” de no cumplir con los objetivos de su gestión. Además, en diálogo con Fox Sports, rescató que nadie podrá tildarlo de “ladrón”, reconoció que “varias veces” pensó en renunciar al cargo y confirmó el adelantamiento de las elecciones para “principios de julio”.