Mié 30.04.2014

DEPORTES  › EL EQUIPO ESPAÑOL VAPULEO AL BAYERN MUNICH Y DISPUTARA EL TITULO DE LA CHAMPIONS

Real Madrid, real eficacia, real final

Los cuatro goles que marcó en Munich aseguraron la primera final en doce años del equipo que más veces ganó la Copa de Europa. El conjunto de Guardiola duró apenas un cuarto de hora. Chelsea y Atlético Madrid definen hoy al otro finalista.

Cuando el líder de la defensa no sólo la convierte en infranqueable, sino que además mete dos goles en cuatro minutos, está claro que la noche es perfecta para asombrar al mundo y poner fin a una maldición. Los dos cabezazos de Sergio Ramos en Munich abrieron una autopista no sólo al impensado 4-0 del Real Madrid sobre el Bayern Munich y a la final de Lisboa, sino que enterraron la leyenda negra de los blancos en Alemania. Los españoles llevaban doce años buscando la final de la Copa de Europa, en la que tienen un número record de títulos, nueve.

Pero antes del partido, las cifras eran frías y disuasorias: 27 presentaciones del Real Madrid en Alemania, 21 derrotas y apenas dos victorias. Diez choques con el Bayern en tierras teutonas con nueve derrotas y un empate. ¿Cómo pensar en ganar? ¿Cómo soñar con golear? “Simple”, podría decir el imperturbable e irónico técnico del Real Madrid, el italiano Carlo Ancelotti.

Primero, plantarse con una línea de cuatro que cuando el rival se le acerque se convierta en una maraña de ocho jugadores imposible de penetrar. Que el talentoso y aparentemente frágil Luka Modric se inspire en ataque, pero defienda como una fiera. Que Gareth Bale busque el arco con amplias zancadas, pero que las utilice también para anular a Franck Ribery. Que la presión adelante sea infernal, las transiciones velocísimas y que Ramos, en el minuto 16 y en el 20, suba dos veces y meta dos goles.

Si además, Cristiano Ronaldo anota dos tantos para sumar 16 en la Champions de esta temporada y lograr así un record, está claro que el rival tiene poco que hacer.

La noche superó al Bayern Munich, lejos del inicio trepidante de la semana anterior en Madrid, pleno de dudas en defensa, con desinteligencias entre Jerome Boateng y Manuel Neuer, con una marcha menos que la zaga blanca a la hora de lanzar ataques en los que sólo Arjen Robben apretaba los dientes para intentar y volver a intentar. Si algo se incendió en Munich fue ese espíritu de los alemanes para nunca dejarse abrumar y siempre intentar arrasar rivales.

Tan fuerte fue el golpe, tan veloz fue todo, que Josep Guardiola recién pudo reaccionar en el segundo tiempo con el ingreso de Javi Martínez por Mario Mandzukic y el desplazamiento de Thomas Müller a una función de “falso nueve”. Daba igual, ya no había fútbol para que el Bayern anotara cinco goles. Aunque muy llamativo, lo más importante no era un Bayern en las antípodas del que un año antes le había asestado un 7-0 global al Barcelona en esas mismas semifinales, sino un Real Madrid reencontrado con su grandeza en la Copa de Europa. Una final en Lisboa que en el Chelsea-Atlético Madrid de hoy (ver aparte) conocerá a su segundo protagonista, pero que suceda lo que suceda será única.

Si gana el Atlético, se tratará de la primera final de la historia de la Copa de Europa con dos equipos de una misma ciudad. Si lo hacen los londinenses, el duelo de José Mourinho ante el equipo del que se fue frustrado y distanciado será tan taquillero como una superproducción de Hollywood. Hasta entonces, Ancelotti tiene tiempo de preparar la final y seguir examinando detalles de la histórica noche.

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