Mié 30.04.2014

DEPORTES  › OPINION

Riquelme y los réditos políticos

› Por Claudio D. Giardino *

Es increíble comprobar día a día cómo Boca se conduce con miradas individualistas y alejadas totalmente de los sentimientos genuinos de los hinchas, anteponiendo la voluntad de personas que en muchos casos no forman parte de la actual comisión directiva, teñidas con un odio producto del rencor por sucesos pasados, que no hacen más que dividir en forma totalmente innecesaria e inoportuna a la parcialidad.

Nada es casual. Se están cobrando facturas que vienen desde abril de 2001 en un caso y desde septiembre del mismo año, en otro. En el caso de Juan Román Riquelme, el ex presidente Mauricio Macri nunca le perdonó que le dedicara públicamente el gesto del Topo Gigio. Esto no fue impedimento para que, por conveniencia personal, lo contratara por una cifra millonaria a préstamo por cuatro meses en el primer semestre del año 2007, para utilizar la obtención de la Copa Libertadores de ese año en su campaña electoral para la Jefatura de Gobierno de la Ciudad. Tuvo la suerte de que una victoria fue fruto de la otra; por eso se desentendió del futuro de Román de cara a la Intercontinental de ese año. Ya había conseguido lo que le interesaba. Nunca le perdonó a Pedro Pompilio que lo contratara a partir de 2008. El rencor no reconoce olvidos.

En septiembre de 2001, el ingeniero tuvo que fumarse el desplante que le hizo Carlos Bianchi después de una goleada a Lanús (cuando marcó un gol hasta el invento japonés de Macri, Naohiro Takahara), al dejarlo con la palabra en el aire luego de que irrumpiera como patrón de estancia en una conferencia de prensa.

El indulto vino por necesidad en 2003, ya que Macri estaba lanzando su partido Compromiso para el Cambio y era fundamental –para estar en los medios– que Boca fuera protagonista de la Copa de ese año. Tuvo suerte: el sapo que se tragó le dio buen provecho.

Pero cuando hubo que discutir contratos en 2010, bajó línea para que no renovaran el contrato de Román. A Bianchi, que volvía al club como manager, se encargaron de complicarle la tarea desde el primer día, lo que provocó una gran división interna. Tanto era el rencor que el responsable de la Agencia Gubernamental de Control de la Ciudad, Raúl Oscar Ríos, pasó toda una tarde en el club como vocal macrista de la comisión directiva para votar en contra de la renovación, sin tener en cuenta que ese mismo día se había derrumbado un gimnasio en Villa Urquiza, tema que era de su competencia.

Cuando la Bombonera habló, el 8 de diciembre de 2012, el ingeniero Macri –rápido de reflejos, y con el consejo de su asesor ecuatoriano– entendió que no escuchar a la gente podía jugarle en contra en un año electoral como 2013. El presidente de Boca, Daniel Angelici, corrió presuroso a buscar a Bianchi. No contaban con que Román es una persona con códigos (que lo diga Basile, si no) y apareció el noble “si vamos a sufrir, suframos juntos...”, en enero de 2013.

Nunca los matrimonios por conveniencia pueden llegar a un buen fin. Y esto se acentuó una vez más cuando terminó el proceso electoral en octubre pasado. Es que no se los contrató con el convencimiento de que era lo mejor para Boca, sino con una intención espuria que nada tenía que ver con los intereses del club.

La misma jugada especulativa que tanto rédito político le diera al ingeniero no está dando sus frutos. Por eso quiere consumar la venganza demorada durante años. No le renovarán el contrato a Riquelme para, de esa forma, condicionar a Bianchi o empujarlo fuera del club. Riquelme demuestra que tiene todavía mucho más para darle a Boca. Merece continuar y retirarse en su club, como muchos de los grandes jugadores que pasaron por la institución no pudieron hacer. Bianchi es el más capacitado para recuperar la gloria futbolística. A ambos les sobran condiciones y capacidad.

Los que pasan por la conducción de un club lo hacen como simples administradores de sus verdaderos dueños: los socios e hinchas. Se debe terminar con la estupidez de dividirlos, fomentando rivalidades que perjudican a la institución. Boca no lo merece ni lo necesita.

* Asociación Todos por el Deporte.

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