DEPORTES › NARVAEZ ANTE UN PAPELON
› Por Daniel Guiñazú
Peleas son peleas y, cada tanto, el dicho boxístico recobra su vigencia. Pero Omar Narváez ni siquiera deberá esforzarse para sostener su título mundial supermosca de la Organización Mundial de Boxeo. Su ignoto rival, el mexicano Antonio García, no pudo dar el peso de la divisional, por lo que el combate a desarrollarse esta noche en el Anfiteatro Municipal de Villa María (Córdoba) y con transmisión en directo de TyC Sports desde las 22 no tendrá el título del chubutense en juego. En el primer pesaje, los dos estuvieron por encima del límite, ya Narváez pesó 52,650 kilos y el mexicano dio 53,100. En el segundo, el argentino quedó en la categoría con 52,100, pero García volvió a excederse, con 52,300.
Antes de ese fiasco, acaso era la defensa más sencilla y menos comprometida de su largo e histórico ciclo como campeón mundial, que ya lleva 12 años de vigencia. El chubutense iba a exponer por décima vez su título supermosca ante el joven e inexperto García, un boxeador de apenas 20 años y 14 peleas profesionales, que no parecía encontrarse calificado para asumir esta chance.
Narváez está a punto de cumplir 39 años, ostenta un record de 41 triunfos (22 por fuera de combate) y apenas una derrota y, con sus 28 combates por un título del mundo, ya se ganó su sitio en la historia como el boxeador argentino que más peleas titulares ha realizado. Mientras que García, a la inversa, recién está dando sus primeros pasos en el pugilismo de paga. Con un registro de 13 victorias (6 antes del límite) y un traspié, viene de obtener la corona latina de los gallos de la OMB. El único aval con el que podía sostener una oportunidad que le ha llegado demasiado antes de tiempo.
Se entiende la intención de protegerlo a Narváez cuando está recorriendo el último tramo de su brillante carrera. Pero, a veces, se exagera. Y se le buscan adversarios que no sólo no están capacitados para ganarle, sino ni siquiera para hacerle una pelea más o menos equilibrada. La idea de Osvaldo Rivero, su manager, era darle movimiento a Narváez con una defensa sencilla antes de encarar el desquite obligatorio ante el mexicano Felipe Orucuta. El tema es que se ha elegido no correr ni el más mínimo riesgo. Y asegurarse un triunfo que sólo le aporte una línea más a su estadística. García tampoco tiene pegada de nocaut como para jugarse todo a un par de manos bien puestas. Además, se sabía que iba a pelear en una categoría más baja que la suya, con el esfuerzo físico que ello conlleva. Y ni siquiera pudo dar el peso. O sea: todo estaba dado para que Narváez ganara sin exigencias. Pero tampoco sin gloria. Lo de hoy resulta demasiado poco para todo el talento que es capaz de derrochar.
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