La felicidad en River no pudo ser duradera. Con los flamantes títulos obtenidos en menos de una semana, el desconcierto apareció ayer en el club con la renuncia de Ramón Díaz. El riojano, luego de una reunión con la cúpula dirigencial, tomó la determinación, que sorprendió a todos. Si bien la charla estaba pautada para diagramar el trabajo de la próxima temporada, el entrenador ya tenía la decisión tomada desde el día anterior, principalmente por el poco consenso con el que contaba de parte de las autoridades. “Cumplí los objetivos que me había propuesto, les dejo el camino libre”, fueron las palabras de Díaz, en un cónclave que no llegó siquiera a los 30 minutos. El candidato principal para ocupar el puesto es Marcelo Gallardo.

La jugada del técnico fue meditada con anticipación y arribó al encuentro con los dirigentes con la resolución asumida. Inclusive, cuando ellos pretendían iniciar el diálogo hablando de la conformación del nuevo plantel, él los interrumpió: “Hay algo más importante, me voy”. Los presentes fueron el presidente, Rodolfo D’Onofrio; el presidente del Consejo de Fútbol y vicepresidente segundo, Matías Patanian, y el secretario técnico, Enzo Francescoli. A Díaz lo acompañaron su hijo Emiliano y su representante.

Los directivos, durante la campaña electoral de 2013, habían dejado en claro en más de una oportunidad que Díaz no terminaba de conformarlos, pero lo mantuvieron en el cargo por el costo político que podía causarles despedirlo una vez ganada la elección. Por ese motivo, el técnico encontró esta oportunidad, con los logros muy frescos, para alejarse.

Según un allegado al conductor, él sabía que no sólo no le iban a conseguir refuerzos, sino que también tendrán que vender a varias figuras para conseguir dinero. Y en su cabeza estaba la idea de que si perdía tres partidos seguidos en la próxima temporada, donde jugará el torneo Inicial, la Copa Sudamericana y la Copa Argentina, iban a despedirlo. De esa manera, no se quiso exponer a esa situación y ni siquiera llegaron a hablar de plata en las oficinas del Monumental.

La situación económica de River –necesita vender por 120 millones de pesos– no le permite incorporar figuras y encima venderá a varios de los futbolistas titulares. Los que están en la vidriera son Manuel Lanzini, Eder Alvarez Balanta, Carlos Carbonero y Teófilo Gutiérrez. El panorama no era favorable para el entrenador, que pretendía mantener a todos. Los dirigentes sumarán ahora a los que se habían ido a préstamo y que no eran tenidos en cuenta por el riojano: David Trezeguet, Rodrigo Mora y Jonathan Bottinelli. Leonardo Ponzio, otro de los marginados que permanecen en la institución, volverá a tener mayor presencia. Díaz tampoco permitía la imposición de esos apellidos.

El entrenador le comunicó la novedad a su hijo el lunes por la noche y cuando llegó ayer al club apartó al capitán, Fernando Cavenaghi, para ponerlo al tanto, antes de la práctica. Al goleador le costó creerle, pero finalmente entendió la explicación del técnico. El riojano dará hoy una conferencia de prensa para brindar detalles de su salida.

En relación con el futuro, algunos directivos no descartan llamar a Gerardo Martino, quien se desvinculó del Barcelona español, pero el rosarino tiene decidido descansar al menos por seis meses. Otro de los nombres que se mencionaron fue el del uruguayo Juan Ramón Carrasco, aunque no tiene una buena relación con Francescoli y por eso no iniciarán gestiones. El camino parece despejado para Gallardo, que dirigió a Nacional de Montevideo como única experiencia. A pocos días de jugar un nuevo Superclásico, esta vez en México, River pasó de la alegría a la preocupación en pocas horas.