La Bombonera se mira y no se toca. Al menos por ahora, al menos mientras la Legislatura porteña no modifique su declaración de patrimonio cultural, turístico y deportivo que votó el jueves pasado. La iniciativa, curiosamente o no, provino del vicepresidente 1º de Boca y diputado del PRO Oscar Moscariello y de su par Enzo Pagani, también dirigente del mismo club. Su condición de directivos boquenses explica el proyecto, pero no tanto que militaron en la idea de prescindir del estadio para que se construyera otro, muy cerca, en el predio de Casa Amarilla. Esa propuesta –la de jugar como local en un escenario más grande– fue estimulada por el presidente Daniel Angelici en cuanta ocasión se le presentó.

Ahora Moscariello sostiene que la declaración legislativa anula la posibilidad de una mudanza o de la demolición del mítico estadio. Pero el viernes por la noche dijo a Página/12 que se mantiene la idea de ampliar su capacidad a expensas de varias viviendas ubicadas sobre la calle Del Valle Iberlucea. El vice adujo que muchos de los vecinos se inclinarían hoy por vender sus propiedades. Se necesitaría unanimidad. Y en ese caso, demoler los palcos VIP que dan a aquella arteria y que empezaron a construirse después de que Mauricio Macri llegó a la presidencia de Boca, en diciembre de 1995.

“Este proyecto prueba que no queríamos vender y demoler la cancha. La oposición mintió”, comentó Moscariello, quien llevó adelante las gestiones con los vecinos del barrio mientras avanzaba la posibilidad de adquirirles sus propiedades. El presidente de la agrupación opositora La Bombonera, Pablo Abbatángelo, piensa muy distinto: “Aunque parezca mentira, de la mano de los legisladores Moscariello y Pagani se dio este primer pero trascendental paso. Creo que lo han hecho para tener un argumento con vistas a las próximas elecciones y no por convencimiento de lo actuado. Nosotros estamos satisfechos por haber logrado, con 20 años de demora, la premisa por la cual nació nuestra agrupación allá por 1969”.

Boca tiene unos 100 mil socios plenos, 30 mil adherentes y muchos otros que quisieran serlo. La Bombonera mantiene una capacidad para 45 mil espectadores y no alcanza para todos. Ahí está el dilema. No queda muy claro si al hincha de Boca le interesa más ganar un espacio mayor en la mole de cemento o custodiar la fisonomía actual de esa caja de resonancia tan especial, que quedó a resguardo con la declaración de la Legislatura, y que en uno de sus párrafos afirma: “El estadio del Club Atlético Boca Juniors es sin dudas una parte inseparable del barrio donde se encuentra”.