Sáb 30.08.2014

DEPORTES  › OPINION

De Liniers a Sobremonte

› Por Diego Bonadeo

Un mensajero-relator natural de la localidad de Cardona, en su afición por sobrenombrar, lo rebautizó virrey. Por enfatizar las erres y porque Carlos Bianchi, que de él se trata, además de ex jugador era por entonces –década del ’90– responsable del cuerpo técnico de Vélez, cuyo hábitat era y es el barrio porteño de Liniers, apellido del francés fusilado por traición por orden de la Primera Junta, después del 25 de mayo de 1810.

Y Bianchi ganó fama como entrenador de aquel equipo de Vélez, ganador de innumerables torneos nacionales e internacionales, fundamentalmente porque desde Chilavert hasta Asad y el Turu Flores tenía, uno por uno, a los mejores jugadores del fútbol argentino de aquel entonces.

Con su particular modalidad de fútbol-voley –Chilavert y Trotta eran los levantadores-lanzadores, con el Turco y el Turu como definidores–, ese equipo, aun ganando todo lo que ganó, jugaba peor de lo que podría haber jugado de acuerdo con la calidad de su plantel.

Su paso por Boca fue similar hasta que pareció terminarse el azar favorable que lo había convertido en el entrenador argentino más afortunado de los últimos tiempos. Ahora, como aquel otro virrey –casualmente contemporáneo de Liniers–, el marqués de Sobremonte, que huyó con no pocos dineros públicos hacia Córdoba, Bianchi se tuvo que ir, aunque en este caso no se sabe hacia dónde con indemnizaciones privadas.

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