Brasil, campeón de las tres últimas ediciones, y Polonia, el equipo anfitrión, se clasificaron ayer para la final del Mundial de Vóleibol masculino (se juega hoy a las 15, hora argentina), tras ganar a Francia (3-2) y Alemania (3-1), respectivamente. Los brasileños se impusieron a los franceses por 25-18, 23-25, 25-23, 22-25 y 15-12, en un partido donde no tuvieron las cosas fáciles, y ahora podrá buscar un histórico cuarto título mundial consecutivo, algo que nunca hasta ahora ha conseguido ningún equipo.

El record lo comparten hasta ahora Italia, que se coronó en 1990, 1994 y 1998, y Brasil, que lo hizo en 2002, 2006 y 2010. La Unión Soviética nunca consiguió una racha de títulos tan positiva, pese a que acumuló seis medallas de oro entre 1949 y 1982, gracias a lo cual lidera el palmarés del Mundial. “Estamos cerca de poder lograr el título por cuarta vez consecutiva, pero vamos a mantener la concentración hasta el partido de mañana (por hoy), tratando de dejar el de Francia atrás. Todos soñamos con una final y tenemos ahora la oportunidad”, destacó el capitán de los brasileños, Bruno Mossa de Rezende.

Polonia, por su parte, sólo ha sido campeona del mundo una vez, en México 1974, y consiguió su regreso a la final tras superar por 26-24, 28-26, 23-25 y 25-21 a los alemanes. Hay un precedente de una final entre brasileños y polacos en un Mundial de Vóleibol, la de Japón 2006, con triunfo para los primeros por 3-0.

Brasil está en este Mundial no sólo a la búsqueda del tetracampeonato, sino de recuperar la hegemonía en el vóleibol. Para ello quiere evitar una nueva derrota en una gran final, como ya sufrió en los últimos Juegos Olímpicos de Londres 2012, cayendo ante Rusia, o en la última Liga Mundial, en la que perdió en la final ante Estados Unidos, en Florencia.