DEPORTES › EL CLUB INSISTE CON SU IDEA EN LA LEGISLATURA PORTEñA
Un proyecto del diputado y viceprimero del club, Oscar Moscariello, va por los terrenos de Casa Amarilla. Los vecinos se oponen a esa iniciativa y quieren que los terrenos se utilicen para viviendas o como espacio verde.
› Por Gustavo Veiga
Un nuevo estadio de fútbol sobre los terrenos de Casa Amarilla o la construcción de viviendas sociales. Una cancha con más capacidad que reemplace a la Bombonera sin demolerla o espacios verdes para los vecinos de La Boca. Un proyecto de ampliación para el mítico teatro futbolero o el levantamiento de otro financiado por un jeque y destinado a convivir con aquella mole de cemento. Sobre estas propuestas antagónicas, el barrio y el club continúan protagonizando un conflicto de intereses que llevará mucho tiempo resolverse, pero que, como ahora, muestra a dirigentes boquenses, políticos y organizaciones vecinales pugnando por no ceder posiciones. A la propuesta de un cambio de zonificación de dos manzanas o más que presentó en la Legislatura porteña el viceprimero de Boca y diputado de la ciudad Oscar Moscariello, sectores sociales anteponen argumentos vitales como la “emergencia urbanística”. La institución deportiva está urgida por responder a la demanda de su creciente masa societaria, pero los vecinos tienen necesidades insatisfechas más vitales que ver un partido de fútbol. Así está la cosa.
Vecinos que son hinchas de Boca y viven en el barrio están convencidos de que con la Bombonera ampliada o remodelada alcanza. Acusan al presidente Daniel Angelici y a su comisión directiva de privilegiar a los turistas extranjeros en la venta de entradas y no darles cabida a ellos. Esa es una razón, pero no la única, por la cual salieron de punta contra el proyecto de Moscariello.
En un documento que difundieron varias organizaciones como la Agrupación Martín Fierro, Boca es Nuestro, Boca es Pueblo, el Comedor Esperanza de La Boca, el Grupo de Vivienda y Hábitat de La Boca, el Centro Cultural Navegantes del Sur y el Centro Popular Todesca, entre otras, se sostiene que “este proyecto pretende la construcción de un estadio de fútbol innecesario que atenta directamente contra el desarrollo de un ambiente sano, sustentable y aumenta el estado de emergencia habitacional y urbanística del barrio de La Boca. Algo huele mal aquí y no es sólo el Riachuelo”.
En el mismo texto señalan que “La Boca pertenece a la comuna que menos espacio verde tiene por habitante y este tipo de espacios destinados al uso público son una necesidad manifiesta de los vecinos, sin contar los beneficios ambientales de un pulmón verde ante tanta sobrecarga de infraestructura que equilibre la absorción del suelo”. También se adelantan a un desenlace que, presumen, será inevitable: “De aprobarse este proyecto, los famosos terrenos de Casa Amarilla destinados a la vivienda social podrán ser usados por el Club Atlético Boca Juniors, único destinatario de estas hectáreas. El destino final será la construcción del nuevo estadio de Boca Juniors, como consta en el proyecto completo”.
El viceprimero Moscariello niega esta situación: “No hay nuevo estadio. El cambio de zonificación que impulsé es para que no se siga construyendo y si se hiciera un estadio, el trámite que debería pasar el proyecto sería muy largo. Primero, que el club compre las tierras, después, que la Legislatura autorice la venta, después cerrar las calles...”. El también diputado porteño admitió ante Página/12 que el club tendrá menos capacidad para albergar a sus socios en la Bombonera si avanza la implementación de una demorada norma de la FIFA (ver aparte).
En agosto pasado, la Legislatura votó una declaración de patrimonio cultural, turístico y deportivo para el estadio. La iniciativa fue presentada por Moscariello y su par, el diputado del PRO Enzo Pagani, también dirigente de Boca. La norma anuló la posibilidad de una mudanza o demolición de la mítica cancha. Acaso para ponerse a tono con la demanda de socios e hinchas que despotricaban contra la eventual destrucción de la Bombonera, el viceprimero de Boca tomó aquella iniciativa que hacía años le venían reclamando al club distintos referentes de su política interna.
Uno de ellos, Pablo Abbatángelo, del nuevo Frente por la Identidad Xeneize, comenta: “Moscariello presentó aquel proyecto, nuestro proyecto, para salvar la Bombonera, para quedar bien con Macri. Pero con el cambio de zonificación les quiere bajar el precio a los terrenos. Boca tampoco debió abandonar nuestra propuesta de terminar las cuatro caras del estadio, cerrando el óvalo y avanzando sobre la traza de la calle Del Valle Iberlucea. La norma FIFA para que todo el público estuviera sentado es de 1995, pero la comisión directiva de Macri decidió hacer después esa aberración de palcos carísimos, aun sabiendo que se reduciría la capacidad de todos los estadios”.
Abbatángelo considera que sería mucho más barato comprarles a los vecinos las viviendas que hay detrás de los palcos, que levantar un nuevo estadio en Casa Amarilla. Moscariello no descarta esta posibilidad, pero sostiene que todas las gestiones para convencer a los vecinos de que vendan sus propiedades para avanzar en la ampliación de la Bombonera, han sido infructuosas. Para Abbatángelo la razón fue que “les ofrecieron un precio miserable por sus casas”.
Los vecinos e hinchas de Boca, que sin ser vecinos de la Bombonera están en contra de la movida, se han movilizado ya dos veces contra el emprendimiento inmobiliario de Angelici y su directiva. En abril de 2013 lo hicieron contra la construcción del nuevo estadio que un año antes había presentado el presidente de Boca gracias a
“los 50 millones de dólares que invertiría el jeque Sheij Moha-mmad Ibn Saqr Al Qassemi”. El 18 de noviembre pasado volvieron a protestar en la Legislatura, cuando la Comisión de Planeamiento Urbano trató el proyecto de Moscariello. El viceprimero aclara, por las dudas, que él redactó el cambio de zonificación (proyecto 2462-D-2014) para la calle Martín Rodríguez, entre Juan Manuel Blanes y Arzobispo Espinosa, pero que no lo votará. “Me voy a abstener”, explica, para que los vecinos no le sigan endilgando que la suya “es una gravísima violación a la ética, a la transparencia y a los pilares de una República”, como sostienen en la denuncia donde piden que se rechace su proyecto. Se evitará así –sostienen– “un conflicto social lastimoso”. Quieren viviendas o un espacio verde donde los actuales dirigentes piensan que pueden convivir dos enormes moles de cemento.
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