Dom 01.02.2015

DEPORTES  › EL EX PRESIDENTE DE INDEPENDIENTE ESCRIBIO UNA NOVELA

Cantero contra el sistema

A partir de su alter ego, Víctor Abascal –un dirigente de ficción– describe delitos y componendas con los que convivió en su paso por el fútbol, donde dejó una huella. Un libro que pinta al fútbol argentino bastante parecido a como es.

› Por Gustavo Veiga

Hay que escribirlo desde la primera línea. Javier Cantero es un hombre valiente y con una honestidad que supera a la media. Su gestión como presidente de Independiente no pasó inadvertida. Ni por sus aciertos (la lucha contra la barra brava y sus prebendas) ni por sus errores (la aceleración de un descenso anunciado y su ingenuidad política). Ahora ya no lidia más con la jauría de violentos, corruptos, usureros y falsos influyentes que pueblan el ambiente del fútbol con una altísima densidad por metro cuadrado. Tiene, sobre todo, más tiempo. Más tiempo para su familia, que incluye una mujer, tres hijos, idéntica cantidad de nietos y uno más que está por nacer. Pero además de volver a su consultora con mayor energía, se dedicó a escribir un libro titulado Contra el sistema. Una novela de 246 páginas que se lee de un viaje y donde Víctor Abascal es el personaje principal. O sea, él. Víctor en homenaje al nombre de su padre y Abascal en reconocimiento al apellido de su abuela paterna.

A Cantero le gusta decir que el fútbol es un deporte y un negocio “donde no hay inocentes”. Lo menciona la contratapa de su primera novela editada por Hojas del Sur y distribuida por Planeta, que acaba de llegar a las librerías. Por esa razón, el ex dirigente que llegó al gobierno al frente de la agrupación Independiente Místico (en el libro, Volvamos a la Historia) todavía no puede mensurar qué repercusión alcanzó en el club.

“Tengo pocos puntos de comunicación con la institución y no quisiera hablar de ella ni de la conducción actual”, cuenta. Pero sí está convencido de una cosa: “Hoy tengo más amigos que cuando entré en el fútbol, que me siguen llamando y entre ellos hay dirigentes o ex dirigentes como el ex presidente de Estudiantes, Enrique Lombardi, a quien le agradezco mucho el apoyo que me dio cuando yo estaba en Independiente”.

Cantero también confiesa que la realidad dio paso a la ficción porque “no me animé, quería parar un poco esta locura”. En esa declaración de debilidad también hay una cuota de valentía, que ya superó al personaje quijotesco que había llegado al fútbol en diciembre de 2011 para conducir Independiente con el voto del 59,96 por ciento de los socios. Por ese límite que se fijó, Abascal es su alter ego.

El presidente de ficción debe interactuar con el jefe de la barra brava, Alcides, alias Balá, que todo indica es Bebote Alvarez, el mismo al que acusó públicamente de llevarse del club “42 mil dólares en septiembre, 32 mil en octubre” el 16 de junio de 2012. Abascal había tenido su bautismo de fuego con la patota en la sede del club, cuando recibió su visita, una noche de las tantas noches de insomnio que le provocaban las cuentas en rojo de la tesorería. Así lo describe en el primer capítulo: “Berta (por la secretaria), que había intentado en vano cerrarles el paso, quedó del lado de afuera de la oficina. Trabaron la puerta con el pasador y el escenario quedó pintado: veintisiete barras, el presidente del club y los nervios de ambos bandos por saber quién daría el puntapié inicial. No hubo sorteo, movió el visitante a través de su jugador más famoso: Alcides”.

La novela de Cantero ingresa a partir de ahí en una dinámica vertiginosa de episodios violentos, negociaciones en bambalinas, diálogos bizarros y movidas políticas desde un poder bifronte (el Estado nacional y su socia, la AFA) que nada consiguió o se propuso hacer hasta hoy contra los pesados que dominan los distintos escenarios que les brinda el fútbol. Uno de los hechos que si alguna vez fue mencionado, nunca es advertido, lo describe en un diálogo que mantienen Abascal y el capo de la barra:

“–¡Pero vos además de entradas también te llevabas dinero!

–El dinero no era para mí –se defendió Alcides–. Era para los viajes y para las familias de los muchachos que están presos. Ellos tienen padres, hijos, hermanos, esposas a nuestro cuidado mientras ellos están adentro. No los podemos dejar en banda.”

De ese modo, el autor blanquea cómo la plata que sale de los clubes puede ir a parar al sostenimiento de las familias que tienen barrabravas detenidos.

Abascal es representado en la novela como un hombre de fe, que comulgaba en la catedral de Quilmes y que meditó en su adolescencia si podría ser sacerdote. Respetuoso más del materialismo dialéctico que del liberalismo, el dirigente empieza a cobrar espesura en la trama cuando se propone llegar a la presidencia de Independiente junto a un grupo de viejos militantes y jóvenes avezados en el uso de las redes sociales. La utilización de Facebook y Twitter sería decisiva para captar el voto de los socios que lo llevarían al gobierno. Los mismos que Abascal describe en sus cavilaciones: “No sabían qué era lo que realmente les pasaba y eso era exactamente lo que les pasaba”.

El otro yo de Cantero comienza a adentrarse en el mundo de la pelota, donde van y vienen personajes como Rogelio Savid (el presidente de la Federación que remite a Julio Grondona), Ricardo Petrella (Américo Gallego), Segundo Marano (Hugo Moyano), el periodista Alex Martino (Alejandro Fantino) y un tal Bordenave, que es Ricardo Bochini, el máximo ídolo en la historia del club. Lo curioso de la narración es que combina en ella todos aquellos protagonistas de ficción con nombres propios y situaciones verdaderas. Como si fuera, más que una novela, una autobiografía novelada.

“Parado en la calle frente a uno de los afiches, Abascal se vio a sí mismo y repasó los nombres de los políticos hinchas del club con los que se había sacado fotos desde que era presidente: Gabriela Michetti, Federico Pinedo, Patricia Bullrich, Victoria Donda, Javier González Fraga, Ricardo Alfonsín y hasta su querido profesor del secundario, Víctor García Costa, el ex secretario general del Partido Socialista”, escribió.

Cantero es muy crítico del periodismo deportivo en el libro: le dedica el capítulo “Los trompeteros”. Pero también lo es de sí mismo en “En lecciones para un novato” y “Malas decisiones”. Hoy reconoce que fue el principal responsable del descenso a la B Nacional y dice que sería muy difícil volver atrás en lo que hizo para evaluar qué estuvo bien y qué mal. “Volver hacia atrás sería algo de ciencia ficción. La vida es una libre asociación de acontecimientos, irrepetibles. En ese momento había que dar la cara”.

Prologada por la periodista María José López y con palabras preliminares del ex juez y presidente de la Asociación Salvemos al Fútbol, Mariano Bergés, la novela de Cantero se lee como si fuera un relato periodístico de hechos que pudieron pasar en Independiente o en cualquier otro club. Casi una radiografía del fútbol argentino en general. Ese es su principal mérito. La crítica principal que debe hacérsele es que, al contrario de lo que sostiene al comienzo, Contra el sistema tiene semejanzas con la realidad que son más que una pura coincidencia.

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