Mié 11.02.2015

DEPORTES  › UN MITO QUE CUMPLE 90 AñOS

Jugador Número 12

› Por Daniel Guiñazú

La inmensa pasión popular por Boca está cumpliendo, por estos días, 90 años exactos. Porque el hondo arraigo que los colores azul y oro tienen en la cultura argentina reconoce su punto de partida en la conmoción que provocó aquella legendaria gira que, entre el 5 de marzo y el 7 de junio de 1925, el equipo xeneize realizó por Europa. Fue la primera vez que un conjunto de nuestro país salió a jugar más allá del océano Atlántico. Y los brillantes resultados obtenidos (15 partidos ganados sobre 19 jugados, un empate y 3 derrotas, con 40 goles a favor y 16 en contra) convirtieron a aquellos jugadores en celebridades y al club de la Ribera en un emblema que desde entonces, y hasta hoy, atraviesa todas las clases sociales, sintetizando diferencias a partir del fútbol.

Aquel mundo era muchísimo más grande. Todo resultaba remoto, quedaba muy lejos. Y era Europa el punto de referencia, el lugar a ganar, la meta de los sueños triunfales. El tango dejó de ser una expresión orillera y se tornó masivo cuando, más o menos por la misma época, conquistó París como danza y como canción. Y Boca se hizo pueblo, pasión y muchedumbre a medida que el legendario diario Crítica de Natalio Botana les fue contando a los porteños y al resto de los argentinos (la radio tenía nada más que cinco años de vida y la televisión era un experimento de los sabios de laboratorio) el paseo orgulloso y triunfal de un equipo argentino por España, Alemania y Francia, los países lejanos que Boca tocó en su periplo.

Hay que decirlo con claridad: aunque ya había ganado los títulos de 1920 (Asociación Amateurs), 1923 y 1924 (Asociación Argentina), a mediados de la década del ’20 no era Boca el arrebato de multitudes que es hoy. El más grande era Racing luego de sus siete campeonatos (cinco de ellos consecutivos entre 1915 y 1919), y Boca, al igual que River, San Lorenzo e Independiente, concentraba su fortaleza en el barrio. Sus hinchas eran los hijos argentinos de los inmigrantes genoveses que se habían afincado allí a fines del siglo XIX y los que fueron llegando al país en las tres primeras décadas del siglo XX. Fuera de la Ribera, la camiseta azul y oro no despertaba grandes adhesiones.

Pero todo eclosionó en 1925. La Asociación Argentina de Fútbol decidió mandar un seleccionado nacional a Europa para aprovechar (y también contrarrestar) la sensación que habían provocado los uruguayos, campeones olímpicos un año antes en París. Como los clubes no apoyaron la iniciativa, los dirigentes de Boca aprovecharon la oportunidad y ofrecieron su equipo con el pretexto de que había sido campeón el año anterior. Reforzado por cinco jugadores entre los que se encontraban Manuel Seoane (para muchos, el mejor futbolista argentino del ciclo amateur) y Cesáreo Onzari (que cuatro meses antes le había marcado a Uruguay el primer gol olímpico de la historia en la cancha de Sportivo Barracas), el 5 de febrero de 1925, el plantel de Boca partió en el vapor de la carrera rumbo a Montevideo, donde hizo el trasbordo para embarcarse hacia España.

Pero no viajaron sólo los jugadores y algunos dirigentes. También fue de la partida acaso el hincha más fanático de Boca de todos los que hayan existido: Victorio “Toto” Caffarena, quien como falso enviado del diario El Telégrafo integró la delegación para ser masajista, utilero, técnico, delegado y lo que hiciera falta a cambio de una sola condición: que lo dejaran ponerse los pantaloncitos y la camiseta azul y oro, y posar en la foto con el equipo. Se hizo querer tanto el Toto Caffarena que los jugadores lo denominaron “El Jugador Nº 12”. El apodo hizo historia y, multiplicado por millones, ha llegado hasta nuestros días.

Quedó dicho: la gira fue un éxito rotundo. Sólo Celta de Vigo (3-1) Athletic Bilbao (4-2) y Real Unión de Irún (4-0) pudieron vencer a aquel pujante equipo boquense. Y cada uno de sus 15 triunfos, reflejados en las crónicas que Crítica publicaba a veces dos o tres días después de los partidos (eran otros tiempos), conmovió a Buenos Aires y a toda la Argentina. Todos quisieron ser de Boca. Y Boca fue de todos. El equipo del barrio se había convertido en una imparable sensación nacional.

Por eso, 40 mil hinchas le dieron una bienvenida gloriosa a la delegación cuando el 12 de julio llegó de regreso al Puerto de Buenos Aires. Los jugadores y Toto Caffarena bajaron en andas del barco y fueron paseados en triunfo hasta Brandsen y Del Crucero, la esquina boquense donde desde un año antes se levantaba su estadio de madera. Y donde hoy se levanta la Bombonera. El epicentro de una pasión que estalló hace 90 años para alborotar el corazón, ayer, hoy y mañana, a millones de argentinos.

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