Si lo primero para solucionar un problema es admitirlo, Rafael Nadal está en el buen camino. El tenista español se enfrenta a un rival dentro de su cabeza mucho más complejo de derrotar que Roger Federer o Novak Djokovic. En Miami, donde fue prematuramente eliminado en tercera ronda, se volvió a ver a ese jugador dubitativo y errático de principios de año. Asegura que no es culpa del físico, ya recuperado, sino de algo mental y psicológico, tan importante para un tenista como tener una rodilla perfecta.

“Estoy jugando con muchos nervios durante muchos momentos; en situaciones importantes, estoy jugando con mucha ansiedad. Me siento más cansado de lo normal, siento que no tengo la confianza de que cuando golpeo la pelota la voy a mandar adonde quiero. Todas esas pequeñas cosas que son difíciles de explicar”, constató Nadal, preocupado, tras perder 6-4, 2-6, 6-3 ante su compatriota Fernando Verdasco.

“Supongo que es por las ganas de querer hacerlo bien, por las dudas que te crean meses fuera de competencia y sentir que las cosas cuestan”, admitió. El año pasado, un bloqueo en la espalda lo dejó en desventaja en la final del Abierto de Australia, que perdió ante el suizo Stanislas Wawrinka. Una lesión en la muñeca derecha le impidió defender los títulos de Toronto, Cincinnati y el US Open.

Volvió en 2015, pero después de perder en la primera ronda de Doha cayó ante el checo Tomas Berdych en los cuartos de Australia con evidentes problemas en la pierna derecha. Nadal reapareció en Río, donde perdió en semifinales con Fabio Fognini y donde padeció molestias musculares. Parecía recuperarse con el título en Buenos Aires y los cuartos de final en Indian Wells, pero los golpes físicos parecen ser el germen de lo que le pasa ahora en la cabeza al campeón de 14 títulos de Grand Slam.

“Mucha gente pasa por estas cosas en la carrera y yo no soy una excepción. Simplemente soy un humano más al que durante mi carrera me ha pasado muy pocas veces y que ahora me está pasando un poquito más de lo que me gustaría”, dijo sobre unas dudas que antes apenas asomaban en uno o dos puntos, pero que ahora se alargan durante varios juegos.