Dom 19.04.2015

DEPORTES  › VALENTINO ROSSI, EL IDOLO DE LOS MOTOQUEROS ARGENTINOS

Mister Moto

El italiano eclipsa en popularidad al resto de los pilotos del MotoGP que esta tarde compiten en el Gran Premio de la Argentina. A los 36 años, da batalla a chicos diez a quince años menores y alienta las chances de un décimo título mundial. El campeón mundial Marc Márquez larga desde la pole.

› Por Pablo Vignone

Desde Termas de Río Hondo

Es como cuando la Selección Argentina juega con Lionel Messi en cualquier parte del mundo. Todos van a verlo a él. El resto acompaña. Aquí sucede lo mismo: en la pista hay campeones mundiales, leyendas, pero el foco de atracción es uno solo, acaso el piloto más popular de la historia del motociclismo de todas las épocas. Un buen número de motoqueros argentinos lleva pintado el número 46 en su moto o en su casco gracias a él. “¿Por qué el 46? Yo nací en 1979, el año en que mi padre Graziano logró su mejor resultado en el mundial, cuando fue subcampeón de 250 cm3, usando ese número...”. Intrépido, desafiante, exitoso, ídolo de multitudes, Valentino Rossi es el imán que mueve a la masa. Campeones como Marc Márquez o Jorge Lorenzo gozan de un modesto apoyo popular, pero Valentino, en cambio, genera un fanatismo desenfadado.

Su inmensa popularidad es impermeable a los resultados. No importa que este año esté largando desde la octava posición el Gran Premio de la República Argentina, que se disputa hoy desde las 16 (televisa Canal 7 y ESPN): precisa guardaespaldas para moverse por el circuito y el público se agolpa sólo ante su box. Sobrelleva la fama con estoicismo.

“Eh, es difícil, pero no es tan malo... Acá hay mucho fanatismo, comparable al que vivo en Italia o en España”, cuenta a en una reunión organizada por Yamaha, la casa para la que compite, en la que sólo se libra por un pelo de que lo arrollen los concesionarios de la marca que asisten, en reclamo de un autógrafo o una foto. Una pareja le llevó sus anillos al hotel en el que se hospeda para que los comprometiera, a lo que accedió con gentileza.

Lleva casi dos décadas en el Mundial: debutó en 125 cm3 en marzo de 1996. Desde entonces, corrió 313 Grand Prix, con 109 victorias (una cada 2,87) y 197 podios (casi en dos de cada tres carreras). Su campaña prácticamente desafía la realidad. A los 36 años, en su vigésima temporada en el Mundial, el italiano está protagonizando un regreso casi milagroso a la competencia. Ganó en Qatar con una maniobra en la última vuelta (“Después vi diez veces la repetición de la carrera, siempre con distintos amigos”, asegura). Obligado a competir contra jóvenes diez o quince años menores, tuvo que adaptar su estilo de conducción para mantenerse en forma, y lo está logrando. “No siento la diferencia de edades, pero es cierto que el MotoGP cambió mucho, especialmente la manera de manejar. También a mi edad hay que entrenarse más, ser más regular en la vida fuera de las carreras”, acepta.

Consiguió el último de sus nueve títulos mundiales en 2009 y no era puntero del campeonato desde 2010; a la Argentina llegó como líder del certamen. Su calvario no fue menor: recurrentes dolores de espalda, fractura de tibia y peroné en Italia 2010, la trágica muerte de su amigo Marco Simoncelli en Malasia 2011, años pobres con la Ducati, demasiados golpes para un deportista que parecía entrar en el crepúsculo de su carrera.

“Volví en 2013 a Yamaha, pero no fue un buen año. Así que para 2014 cambié el aspecto técnico del equipo, y fuimos más competitivos, logramos el subcampeonato. Este año quiero hacerlo mejor todavía, me siento en buena forma.” Los hinchas imploran por el décimo título: “Eh... está difícil. Mi rival directo será Márquez, aunque este año no nos saca tanta ventaja. El campeonato es larguísimo, esta es la tercera carrera de 18, y cada fin de semana tiene su historia. La clave será sumar puntos en todas las carreras”.

El catalán Márquez (22 años) revolucionó el estilo de manejo de una MotoGP, haciéndola derrapar e inclinándola de tal manera en las curvas que prácticamente toca el asfalto con los codos, moviéndose mucho arriba de la máquina, descolgándose del asiento. Rossi se tomó todo el receso para practicar un estilo similarmente agresivo, aunque a su edad no le resulte tan sencillo, en una pista de tierra que construyó en su rancho, en Tavullia (Italia), donde vive. “Hace dos años que trabajo en eso, especialmente con la posición del cuerpo, pero me falta todavía para un estado óptimo”, dice como si se tratara de un principiante y no del campeonísimo que es.

“Esta moto es muy sensible –cuenta su compañero Jorge Lorenzo—, es bastante rígida y precisa una conducción muy delicada para sacarle rendimiento.” El español, ocho años menor que Rossi, prefiere morir con la suya, un estilo más fino. Valentino, en cambio, “entendió cómo puede ser más rápido. La moto frena mejor, y él puede meterla más fácilmente en la curva con el cuerpo”, señala Matteo Flamigni, técnico del equipo Yamaha. No dobla tan rápido como Márquez, sus codos no viajan tan cerca del piso, pero acelera antes en las rectas.

Una década atrás, Ferrari quiso llevarlo a la Fórmula 1. Las pruebas fueron satisfactorias y todo parecía encaminado a que, eventualmente, Rossi reemplazara a Michael Schumacher en 2007. Ello nunca sucedió por una razón sencilla y conmovedora. “Me gustaba la idea y creo que habría andado muy bien –contó Valentino en una nota de la época–, pero habría significado dejar de ser feliz. Porque yo soy feliz andando en moto.” El deporte perdió una de sus grandes historias, pero mantuvo su sonrisa. “Valentino es absolutamente adicto a las carreras de motos –opina el ex campeón mundial Kevin Schwantz–. Si le dicen que el año que viene no puede correr, ¡se volvería rabiosamente loco!”

A diferencia de Lorenzo, que se dijo “simpatizante de Boca y de Riquelme, a quien vi jugar en el Barcelona”, Rossi no sabe mucho de fútbol argentino: su corazón es del Internazionale de Milan. “¡Qué fenómeno Zanetti!”, alcanza a decir. De Mauro Icardi no se le escucha un solo comentario. Los hinchas le piden que siga corriendo hasta, por lo menos, los 40. “Tengo contrato hasta fines de 2016, poco antes de cumplir los 38. Mi continuidad dependerá de los resultados. Una cosa es segura: siempre seré piloto.”

Para la carrera de hoy, Márquez (Honda) marcó la pole, a 176,9 km/h, y compartirá la primera fila con Aleix Espargaró (Suzuki) y Andrea Iannone (Ducati). Lorenzo larga 5 y Rossi 8, pero aquí la posición de largada no es tan determinante. “Estoy un poco desilusionado, pero el objetivo sigue siendo el podio”, prometió. El portugués Miguel Oliveira (KTM) larga adelante en Moto3, desde las 13, y el francés Johann Zarco (Kalex) lo hará en Moto2, desde las 14.20.

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