DEPORTES › A 60 AñOS DEL DEBUT DE CORBATTA
El sábado 30 de abril de 1955, fecha de la que hoy se cumplen 60 años, debutaba en la Primera de Racing, con 19 años, Oreste Omar Corbatta, un crack que acabó siendo uno de los máximos ídolos en la historia de la Academia, destacándose por su juego, su endiablada gambeta y, sobre todo, por su curiosa personalidad.
Aquella primera fecha del Campeonato de Primera División (que obtendría River) se jugó un sábado porque el 1º de mayo era todavía fiesta sagrada, conmemoración relevante para el pueblo peronista, sobre el que no había caído aún el duro peso de la autodenominada Revolución Libertadora, que suprimiría innumerables derechos individuales.
Corbatta debutó con la camiseta albiceleste en la ciudad de La Plata, que por entonces se denominaba Eva Perón, cuando Racing visitó a Gimnasia, equipo que le ganó 1-0 con gol de Luis Pentrelli, autor de la famosa frase “toco y me voy”. Tuvo ese día del debut como compañeros de equipo a Rogelio Domínguez, Pedro Dellacha, Vladislao Cap y Humberto Maschio, entre otros.
Había nacido en Daireaux, provincia de Buenos Aires, el 11 de marzo de 1936. Luego su familia emigró a La Plata, donde jugó por poco tiempo en Estudiantes. Por aquellas épocas, de poco trabajo, su padre, jardinero, consiguió un empleo en Chascomús y otra vez la familia se trasladó. En esa ciudad Corbatta comenzó a jugar en un equipo llamado Juverlandia, en el que descollaba por su habilidad, y donde lo vio un cazador de talentos, que lo llevó a Avellaneda.
Con la camiseta de Racing disputó 43 partidos entre 1955 y 1961 y señaló 18 goles. Fue campeón con los equipos de 1958 y 1961, junto a figuras como Juan José Pizzuti, Pedro Manfredini, Norberto Anido, Raúl Belén y Rubén Sosa, entre otros. Dos años después de su debut en Racing, Corbatta integró, junto a Enrique Sívori, Humberto Maschio, Antonio Angelillo y Osvado Cruz la célebre delantera de los “carasucias”, que con el seleccionado argentino ganaron de manera brillante el Sudamericano de 1957 en Lima, Perú. También participó en el Mundial de Suecia 1958: fue el único que se salvó de las críticas del periodismo.
Corbatta jugaba en la delantera pegado a la raya. A veces iba y venía con la pelota y, otras, frenaba, la dejaba quieta, pasaba por encima y los defensores seguían de largo. Además, fue un excelente ejecutor de tiros desde el punto del penal.
Alguna vez declaró que “a la a pelota hay que tratarla bien. Es como una mujer, si le pegás se te va”. Una curiosa frase en labios de quien no tuvo suerte en sus relaciones amorosas. No había ido a la escuela, era analfabeto, y luego noches de alcohol y algunos desengaños afectivos fueron minando su ánimo.
En 1964 pasó a Boca, después se fue a Colombia y en 1970 llegó a San Telmo, donde en el ascenso marcó 10 goles. Después jugó, hasta 1974, en torneos regionales para Atlético Cipolletti, Italia Unidos y Tiro Federal de Río Negro. Con el tiempo, ya en la miseria, Corbatta vivió sus últimos años en una habitación bajo las tribunas del estadio de Racing.
Le dieron un trabajo en las inferiores, pero no lo pudo sostener. Andaba siempre cerca de la cancha. Murió el 6 de diciembre de 1991, a los 55 años, en el Hospital Fiorito de Avellaneda, de un cáncer en la laringe y otras afecciones.
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