DEPORTES › BASQUET AUNQUE LA LUCHA POR EL ANILLO DE LA NBA QUEDE LEJOS
Luis Scola es tal vez el basquetbolista argentino que más se ha destacado después de Emanuel Ginóbili. Un auténtico crack, su calidad y perseverancia le han permitido un crecimiento constante, tanto en la Selección como en los diferentes clubes en los cuales ha edificado una trayectoria notable. Su actualidad lo encuentra brillando en Toronto Raptors, adonde llegó en la presente temporada de la NBA, después de pasar por Houston Rockets, Phoenix Suns e Indiana Pacers. Sin embargo, este hoy brillante no puede disimular un sinsabor que seguramente siente Scola.
¿Cuál sinsabor? Pues un sinsabor que el Luifa negaría de forma terminante si fuera consultado al respecto, toda vez que en su ADN no constan, o al parecer no figuran ni la mortificación, ni la queja, ni el pesar por lo que pudo haber sido y no fue: el no haber dispuesto de la oportunidad de jugar en un equipo con reales chances de ganar la NBA.
Un guerrero, Scola, con todo en su lugar: pichón de guerrero a los 15 años, cuando ya jugaba en la primera de Ferro; guerrero patriarca, hoy mismo, ya cumplidos sus 35, cuando sobresale en la franquicia canadiense. Como botón de muestra se pueden tomar los dos partidos más recientes. En la derrota por 93-89 contra Utah Jazz se puso el equipo al hombro y contribuyó con 22 puntos (8-13 dobles y 2-2 triples), más 5 rebotes y 1 asistencia a lo largo de 30 minutos; y en la victoria por 91-80 versus Los Angeles Clippers metió 20 puntos, capturó 8 rebotes, dio 1 asistencia y de yapa fue incluido entre los diez protagonistas de las mejores jugadas de la jornada: una sutil canasta de espaldas, con ojos en la nuca y muñeca de mimbre.
Y sus números globales en una temporada recién iniciada (13 partidos) podrán interpretarse como módicos por un desprevenido y mediocres por un fiscal al paso, pero en realidad merecen ser considerados buenos o muy buenos si se toma en cuenta el significativo dato de que se está hablando de alguien que no forma parte de un poderoso y que en abril de 2016 cumplirá 36 años: 10,3 puntos, 6,2 rebotes y 0,9 asistencia.
Y todo eso en un novedoso contexto que las estadísticas contienen de forma parcial: las melodías del Scola remixado se escuchan más lejos del aro, de la pintura, aun cuando en esa zona no ha dejado de ser baqueano.
El Scola versión 2015 se aventura en los lanzamientos de tres puntos, sin pretensiones en clave de Kevin Durant, desde luego, pero sin embargo tampoco pasa papelones y más de una vez hace pensar en una experiencia y una pericia que en ese rubro su historia no registra.
El retiro del Luifa no está a la vuelta de la esquina, tampoco demasiado lejos, de manera que guarda pertinencia poner la lupa en su adverso destino en la NBA, en el siguiente sentido: en 2002 fue draft de San Antonio Spurs sin disponer de la gracia del guiño de Gregg Popovich, hasta que la franquicia de San Antonio traspasó sus derechos a Houston Rockets y fue en los Rockets donde jugó cinco temporadas antes de peregrinar de Houston a Phoenix y de Phoenix a Indiana.
En los Raptors acaso jamás llegue a los extraordinarios 44 puntos que convirtió el 12 de marzo de 2007 en la victoria de 116-108 que los Rockets consumaron a expensas de New York Nets, del mismo modo que asoma remota, por no decir imposible, la posibilidad de que se constituya en una pieza del equipo ganador del célebre anillo, pero que llegaran a los playoff (y eso sí que se perfila en el horizonte) no dejaría de ser un acto de justicia. Un acto de justicia con el Luifa de la gente, uno de los deportistas más notables que supimos conseguir.
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