DEPORTES › HURACáN PERDIó EN LOS PENALES CON INDEPENDIENTE SANTA FE, QUE SE QUEDó CON LA COPA
El equipo de Eduardo Domínguez resistió durante los noventa minutos y también en el alargue los embates poco contundentes del nuevo campeón. En la definición desde los doce pasos, el Globo falló tres de los cuatro que ejecutó.
› Por Juan José Panno
Huracán quería los penales. Viajó a Bogotá con la idea de que se podía meter un golcito de contra, pero de última el empate al cabo de las dos horas de juego no era un mal resultado. Quería los penales y por eso Domínguez mantuvo en la cancha a Marcos Díaz, que es un especialista, aunque no estaba en las mejores condiciones físicas y debió ser atendido durante varios minutos cuando promediaba el segundo tiempo. Todo Huracán apostaba sus fichas a las manos de su arquero titular, que en su carrera atajó 10 de 27, o sea más de la tercera parte de los penales que le patearon.
Independiente Santa Fe no quería los penales porque suponía que en los 90 minutos o el alargue iba a disponer al menos la misma cantidad de situaciones de gol que tuvo en el Ducó y que alguna iba a entrar. Y que no los quería se notó en que el entrenador demoró demasiado en elegir a los cinco ejecutantes.
Pero como el fútbol siempre depara sorpresas, el que no se tenía tanta fe en los penales terminó quedándose con la Copa Sudamericana y su rival, con las manos vacías, con una frustración más para su colección.
Antes de empezar la serie de remates desde el punto del penal el gordito árbitro brasileño Heber Lopes se reunió con los arqueros y les hizo claras señas de que no iba a permitir adelantamientos. Pero parece que la recomendación sólo valió para Díaz porque Zapata se tiró a los pies de los dos primeros ejecutantes de Huracán, al estilo del recordado penal de Roma a Delem en 1962. “Penal bien pateado es gol” podía haberle dicho primero a Bogado y después a Nervo, pero no dijo nada. El primer penal fue atajado por Zapata y en el segundo la pelota explotó en el travesaño. Y como convirtieron primero Pérez y después Seijas la cosa empezó a liquidarse ahí. El cóctel de árbitro parcial y mala suerte (Díaz casi le ataja el tiro a Pérez, la pelota le dio en un pie y se metió mansamente) fue letal para los de Parque Patricios. En los tiros siguientes convirtieron Mancinelli y Balanta. Y en el último, Toranzo, aunque esta vez Zapata no se adelantó, también hizo rebotar la pelota en el travesaño. En definitiva, cuatro penales de Huracán y uno solo a la red y tres remates de los dueños de casa concretados. Tres a uno y a otra cosa.
En los 120 minutos del partido de vuelta casi no hubo situaciones de gol. Hay que empezar a buscar con mucho detenimiento (como quien busca a Wally) para encontrar alguna jugada de verdadero peligro. A ver, a ver “acá hay una”: en el arranque se equivocó Zapata, le peleó la pelota, Wanchope puso el pie y casi la manda a la red desde una posición muy cerrada. Acá hay otra: cabezazo de Angulo a las manos de Díaz en el primer período y otra más, un remate de media distancia y... a ver a ver, un centro de Seijas que sorprendió a Díaz. Poco, poquísimo, casi nada.
La mayor responsabilidad era del que jugaba en su propia casa, alentado en principio por la multitud. Pero los colombianos no tuvieron ideas y murieron en la trinchera que les armó Huracán con Mancinelli y Nervo como pilares y con Vismara y Bogado como volantes de contención. Firmes, sólidos, sin pegar y sin apurarse los defensores visitantes funcionaron muy bien para desarticular los múltiples avances del local. La primera parte del plan de Huracán estaba cumplida. La segunda consistía en elaborar algo de juego en la zona central para buscar a Abila siempre marcado por dos rivales. Como Toranzo, Espinosa y Montenegro tenían la consigna de tapar espacios, no generaron demasiado y entonces se repitieron los pelotazos largos para que el solitario Abila tuviera que ir a buscar contra un par de grandotes colgados de sus espaldas.
El partido, técnicamente fue espantoso, pero como suele pasar en estos casos, se soporta por la tensión y la incertidumbre por el resultado que provoca siempre una final.
Los colombianos, que manejaron la pelota en el 70 por ciento del tiempo por lo menos, casi nunca tuvieron profundidad y Huracán tampoco la tuvo y por eso no sorprendió a nadie que los 90 minutos reglamentarios terminaran en cero y mucho menos que el cero se repitiera en el alargue, cuando todos daban visibles muestras de cansancio.
Con una manito del árbitro y con mejores ejecuciones de los penales, Independiente Santa Fe celebró levantando la Copa Sudamericana. Huracán se quedó masticando bronca, aunque sabe que lo suyo fue digno. Se fue por la puerta grande.
Zapata; Anchico, Mina, Meza, Balanta; Roa, Perlaza, Gordillo, Seijas; Angulo, Morelo.
DT: Gerardo Pelusso.
Díaz; San Román, Nervo, Mancinelli, Balbi; Bogado, Vismara; Espinosa, Montenegro, Toranzo; Abila.
DT: Eduardo Domínguez.
Estadio: El Campín.
Arbitro: Heber Lopes (Brasil).
Cambios: 46m Borja por Angulo (I); 71m Pérez por Gordillo (I); 77m Distéfano por Montenegro (H); 96m Torassa por Espinosa (H); 107m Otálvaro por Anchico (I); 119 Arano por Torassa (H).
Incidencias: 115m expulsado Abila (H).
Definición por penales: 0-0 Bogado (H), atajó Zapata; 1-0 Pérez (I): 1-0 Nervo (H), pegó en el travesaño; 2-0 Seijas (I); 2-1 Mancinelli (H); 3-1 Balanta (I); 3-1 Toranzo (H), pegó en el travesaño.
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