DEPORTES › OPINIóN
› Por Gustavo Veiga
En estos momentos y contrarreloj se está levantando la arquitectura comercial, jurídica y de distribución de contenidos de un negocio que hasta hoy parece tierra arrasada. Es la estructura que sucederá al Fútbol para Todos (FPT), un producto que el gobierno de Mauricio Macri enviará más temprano que tarde a enterrar en el cinturón ecológico. Turner, el grupo del que Armando Pérez ya tiene una propuesta sobre su escritorio, mantiene reuniones virtuales con Clarín para ver cómo se asocian y tomarán lo que abandona el Estado. También están destinados a jugar un papel otros actores secundarios de esta historia: Torneos y Competencias (TyC) y su dueño, Direct TV, se menciona a Fox y hasta Espn. Y además a una sociedad que todavía no nació: AFA TV.
Casi todas estas compañías podrían interactuar entre sí en el escenario que se viene. Quizás alguna quede afuera. Pero no hay dudas sobre cuáles serán los dos protagonistas determinantes. La cadena estadounidense y el grupo que controla Héctor Magnetto. Uno necesita del otro y viceversa. Si Turner se adueña de los contenidos del fútbol requerirá de los servicios de un carrier como Cablevisión, que tiene el mayor porcentaje de abonados a la TV paga de Argentina. Los otros son Direct TV, Telecentro y distintos cableoperadores con presencia en el interior del país.
En eso está el gigante de contenidos con base en Atlanta, EE.UU., y cuya principal oficina en el exterior se encuentra en Buenos Aires. Desde el barrio de San Telmo, la compañía transmite diariamente 50 señales de TV a más de 58 millones de hogares en alrededor de 40 países de América latina. Su proyecto consiste en asociarse a la AFA y no comprarle los derechos del fútbol, una salida que tanto ansían los dirigentes apremiados por sus tesorerías vaciadas.
Clarín volvería al fútbol en tanto socio, pero no como un beneficiario menor y sí como la plataforma para la distribución del producto a través de Cablevisión, su principal unidad de negocios. En otras palabras, Clarín recuperaría el producto llamado fútbol para comercializarlo, aunque sin ser el dueño de los derechos. La alquimia económico-financiera que se está pergeñando es la mejor salida para el Gobierno. Quedan resguardados así los intereses de una transnacional de Estados Unidos y de su socio local y principal apoyo mediático de la alianza Cambiemos. El negocio atendido por sus dueños, como ya lo vivimos desde los 90, con la excepción del período 2009-2016. Una oportunidad histórica desperdiciada que debería dejar enseñanzas.
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