Murió ayer a los 100 quien fuera uno de los máximos dirigentes del fútbol Mundial, el brasileño Joao Havelange, presidente de la FIFA desde 1974 hasta 1998, cuando fue sucedido por el suizo Jospeh Blatter. La Confederación Brasileña de Fútbol ordenó un luto por siete dias en honor a su máximo dirigente, quien en los últimos años no estuvo exento del escándalo de corrupción que salpicó a la entidad madre del fútbol mundial.

Los argentinos lo recordarán más que nada por el plantón que Diego Maradona le hizo cuando al capitán del seleccionado nacional campeón de México 86 y subcampeón del mundial de Italia 90, le tocó recibir su medalla por el segundo puesto tras la derrota 1-0 frente a Alemania, tras un polémico penal cobrado por el árbitro mexicano Edgardo Codesal y en medio de una serie de tensiones por la intención del fútbolista argentino de sindicalizar el fútbol.

También por su aval incondicional a Julio Grondona, quien presidió a la AFA durante 35 años y a quien llevó a la vicepresidencia de la FIFA, y por su relación estrecha con el almirante Carlos Lacoste durante la última Dictadura. Lacoste, puesto en el mando real del Ente Autarquico Mundial 78 (EAM 78) por el terrible represor Eduardo Massera, también llegó de la mano de Havelange a una vicepresidencia de la FIFA, a la que debió renunciar con el vuelta de la democracia, luego que salieran a la luz los desmanejos económicos y la sospechosa muerte del general Omar Actis, primer presidente del EAM 78, cuya muerte le allanó el camino a Lacoste.

Havelange renunció como presidente honorario de la FIFA en 2013, tras la investigación del Comité de Etica que lo acusó de haber recibido sobornos durante sus 24 años de gestión; antes ya había sido salpicado por la quiebra de la agencia de marketing del organismo, International Sport and Leisure (ISL).