La nueva colonización del fútbol viene de China y la Argentina se expone a ella si le abre la puerta a las sociedades anónimas deportivas. El ejemplo más nítido es el de los clubes españoles que se pretende imitar. Una historia vale por muchas. Se produjo el 6 de noviembre pasado, en lo que se denominó “el derby de Shanghai”. Contra lo que dice su nombre, no se jugó en esa ciudad, sino en el estadio Nueva Condomina de Murcia. Tuvo como rivales a los equipos de Jumilla y Lorca, de la Segunda B. La razón hay que encontrarla en sus dueños: Li Xiang y Tang Hui controlan al primero y Xu Genbao al club que lleva el nombre del célebre poeta. Los compraron como otros capitalistas chinos adquirieron al Inter y Milan en Italia o al Espanyol y Granada en la misma España. Los tres son de Shanghai.
El partido se televisó para la tierra de Mao, se sorteó un automóvil, sirvieron chocolate con churros al público y nadie pagó la entrada. El montaje resultó un fiasco económico, aunque varios medios dijeron otra cosa. Antena 3 publicó en su página web que en China lo vieron unos 300 millones de personas. Y que rivalizó en rating con Real Madrid-Leganés. La audiencia fue del 0,01 por ciento de esa cantidad. Apenas 30 mil. Podría decirse que con la población que tiene el gigante – 1.373.490.000 habitantes al 2015– se trató de Fútbol para Pocos.
Para que jugaran los dos equipos que no alcanzan a reunir más de mil hinchas cada uno, se adecuó el horario a la demanda del mercado oriental y se cambió de escenario. En una de las tribunas laterales de la cancha con capacidad para casi 31 mil personas se leía en caracteres indescifrables para los hinchas del Jumilla y el Lorca: “Hola China, saludos desde la Región de Murcia”. Había que saludar al público que importaba. Esperaba al otro lado del mundo. El resultado de 1 a 1 fue lo de menos.
Si el estadio más grande de la región apareció cubierto por unos 10 mil espectadores no se debió al poder de convocatoria de dos clubes muy humildes. El sorteo de un Citroën C3, cinco motos, veinte tablets y diez teléfonos móviles de alta gama lo hicieron posible. Además que no se cobró la entrada.
La idea de montar el clásico de Shanghai surgió de los chinos del Jumilla. Li Xiang y Tang Hui pusieron unos 200 mil euros en un club que enfilaba hacia la quiebra. ¿Para qué? Son varias las interpretaciones. Una macro ensambla con la idea de que el gobierno de Beijing estimula las inversiones en el fútbol extranjero para hacer del país una potencia en 2050. Jóvenes chinos irían a formarse en las canteras españolas. Medios de este país señalan: “Los niños vienen en grupos de 20 y pagan entre cinco y 10 mil euros por mes cada uno. A los chinos les interesa desarrollar a sus jugadores en las competiciones europeas. Pagan un dineral a los equipos de Segunda B españoles que les hacen la ficha”.
Si después algún futbolista se destaca, lo colocan en la Super Liga china a un valor sustancialmente mayor que el costo de su inversión. Jumilla y Lorca son sociedades anónimas y buscan rentabilidad. Los dueños del primero son Xiang, un periodista deportivo, y Hui, un experto en marketing. Tal parece, con ellos llegó el fondo común de inversión Moneyball que publicita en la camiseta. Los cronistas españoles mencionaron que “en su web no se puede encontrar ni una sede ni un contacto”.
El Lorca fue adquirido por el ex jugador y entrenador de la selección china Xu Genbao y ya sumó varios jugadores juveniles de su país. Su idea es ver cómo evolucionan e intentar sacarles el jugo en el futuro. El hombre es un septuagenario que fundó y presidió el club Shanghai East Asia –actual Shangai SIPG–, y es propietario de la academia de fútbol que lleva su nombre.
Dijo apenas llegó a Murcia en noviembre de 2015: “No vengo a comprar el club por intereses comerciales, sino que estoy aquí para conocer el fútbol español y el gran nivel que tiene”. O el traductor interpretó mal o el chino no mostró toda la baraja. Le sobran divisas porque le vendió sus acciones en el club de Shanghai a un grupo portuario, según publicó el diario español Marca.
Como él y la dupla china del Jumilla son varios los empresarios de ese origen que hoy tienen intereses en el fútbol español. Pueden comprar lo que quieran. Así lo hizo también el magnate Wang Jianlin, dueño del conglomerado empresarial Wanda y al que se considera el segundo hombre más rico de su país. Se quedó con el 20 por ciento de las acciones del Atlético Madrid a comienzos del año pasado. Pagó 45 millones de euros.
El periodista Diego Torres publicó un extenso artículo en el diario El País el martes pasado que se titula Pelotazo made in China. Ahí citó a Fuxiu An, la CEO del Beijing Sportsbank Investment & Management –la consultora más grande de China para la industria del deporte– que contó cuál es la estrategia: “Nos interesa invertir en clubes españoles porque en China estamos en el proceso inicial de la industria del deporte”. También dijo que “la relación precio-ganancia de las sociedades anónimas deportivas en España es más alta que la de los clubes en China”.
El aluvión de capitales chinos en el fútbol español coincide con la gestión de Javier Tebas al frente de la Liga de ese país. Es el mismo dirigente que bajo el auspicio de Marcelo Tinelli –de quien fue su socio en el club Badajoz– vino a Buenos Aires este año a difundir las bondades de las sociedades anónimas deportivas. Trajo un estatuto modelo para armar la Super Liga del que sus pares locales hicieron un copy paste.
En España la mayoría de los clubes se vieron obligados a transformarse en sociedades anónimas en 1992 por sus malas gestiones y los delitos fiscales que cometieron. Pero el panorama, lejos de mejorar, empeoró. Entre aquel año y 2015, el Consejo Superior de Deportes español relevó que sobre 132 SAD, 22 tuvieron problemas: cerraron, están en liquidación o debieron cambiar de nombre. Logroñés, Lleida, Salamanca, Badajoz, Mérida y Extremadura son algunas de las que fracasaron. Los capitales chinos aprovecharon para empezar a quedarse con una parte del mercado.
FUTBOL El modelo de sociedades anónimas que se quiere imitar acá acumula fracasos allá
Cuentos chinos que vienen de España
Un partido jugado en Murcia se vendió como el clásico de Shanghai para 300 millones de televidentes. Los capitales que todo lo logran.
Este artículo fue publicado originalmente el día 15 de noviembre de 2016