Mar 13.04.2004

DEPORTES  › TALLERES, ANTE EL ASEDIO DE BOCA Y RIVER

Ojo, que todavía no se cayó

Algunos números bien leídos indican que el cordobés no es un equipo en emergencia. Pero el partido contra Racing, el viernes, puede marcar otra pauta.

Para aquellos que pronosticaban la caída de Talleres más temprano que tarde (o, a medida que transcurrían las fechas del Clausura, más tarde que temprano), los resultados del fin de semana llegaron como un auxilio divino, porque el arribo de Boca a la punta del torneo y el asedio de River a sólo un punto cercaron la realidad cordobesa, como si los dos equipos más grandes del fútbol argentino se hubieran tomado un último respiro antes de destronar definitivamente al equipo que conduce Juan José López. Los números pueden poco frente a la evidencia del juego, pero un oteo a las tablas que acompañan la nota indican, ya que no pueden demostrar nada en el azar del fútbol, que Talleres no es el equipo que su posición en la tabla de los promedios para el descenso parece señalar.
Mucho antes de que diera comienzo la vorágine de los campeonatos cortos, a comienzos de los ‘90, la temporada era una sola, aunque a mediados de los ‘80 comenzó a computarse de julio a junio, alineándola con los calendarios europeos. La tabla de los promedios es de más vieja data, ya que fue instituida a inicios de los ‘80, para con el inconfeso propósito de evitar el descenso de los equipos grandes –Racing fue la última víctima–, aunque también es cierto que la mayoría de los equipos que descendieron en los últimos tiempos lo habrían hecho antes de no existir la bendita tabla: Talleres, de hecho, sumó apenas 30 puntos en la temporada 2001/02, lo que lo habría condenado entonces al descenso directo.
La tabla de la temporada 2003/04, la que suma para las Copas Sudamericanas y la que más se aproxima a las prácticas de usanza anual en el fútbol argentino, muestra hasta qué punto el de los cordobeses –dirigido en el Apertura 2003 por José Omar Pastoriza, antes de que J. J. López– es un equipo competitivo que sólo sufre por el descenso a causa de aquella pésima campaña de hace dos temporadas y que aún teniendo menos recambio que los grandes, y otros objetivos trazados a fuego –como salvarse de la pérdida de la categoría– puede sostener una campaña que ilusione a sus hinchas y desmienta a los que pronosticaron su pronto derrumbe. El partido contra Chacarita (2-0 en el primer tiempo, 2-2 al final) pudo haber sido un síntoma de desgaste y el encuentro contra Racing del viernes, en Avellaneda, puede aportar otros indicios.
Lo que también muestra el comparativo de las tablas es la regia posición de Boca, que lidera las tres clasificaciones teniendo un partido menos, el que apurará mañana contra Chacarita. Pero así como está claro que los números no condicionan el juego, también puede funcionar la inversa: el equipo de Bianchi no está jugando de manera acorde a la eficacia de sus cuentas. Tanto Boca como River usan la anchura de sus planteles para sostener la competencia en los dos torneos que disputan, pero hasta aquí quedó en evidencia que ambos prefieren el torneo continental a la hora de seleccionar los jugadores para compromisos de una u otra índole.

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