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Las medallas de Monzón
Por Daniel Guiñazú
Las medallas de Monzón
La clasificación circunstancial y fortuita de un solo boxeador argentino, Daniel Brizuela (hasta 57 kilos), para los Juegos de Atenas, no significa, más allá del dato histórico en sí, mucho más que eso. Quienes parecen gozar emitiendo prematuros certificados de defunción al pugilismo del país aventuran que, después de lo sucedido, le esperan días de espanto a la actividad que más medallas olímpicas le procuró al deporte nacional. Y se equivocan.
Más allá de los atenuantes que puedan ensayarse para explicar la frustración (falta de roce internacional, la ida del entrenador cubano Sarvelio Fuentes, una escasa comunicación entre el técnico Alejandro Domínguez y algunos integrantes del equipo), hay un dato indiscutible: esta camada de amateurs ha surgido de vientres mucho menos pródigos que las anteriores, las de Crücce, Chacón, Narváez, Garay, Víctor Hugo Castro y otros no tan conocidos. Ni Brizuela (que logró el pasaje porque su división era la única que otorgaba tres plazas para Grecia y él perdió contra el campeón, el canadiense Benoît Gaudet), ni los muchachos eliminados en los Panamericanos de Santo Domingo y los Preolímpicos de Tijuana y Río de Janeiro parecen tener la calidad que aquellos exhibían en el mismo momento de sus carreras, aunque el dinero que invierte la Federación Argentina de Box en el semillero (procedente de lo que paga Torneos y Competencias por transmitir las veladas de los sábados), sea el mismo o más que el de siempre.
Inferir que, por eso, el boxeo argentino desde este momento ha dejado de tener futuro, es igual que suponer que un equipo de fútbol de Primera no puede salir campeón porque sus inferiores no ganan títulos. Desde luego: preocupa y mucho que la herencia histórica no esté asegurada y ésta sea la menor representación que el pugilismo nacional haya tenido en una competencia olímpica en más de un siglo. Pero tampoco hay que exagerar: una campaña portentosa como aficionado no asegura un paso glorioso por el profesionalismo: Crücce es el mejor ejemplo. Y nadie está en condiciones de afirmar que los que ayer fracasaron sean los campeones de mañana. ¿Cuántas medallas ganaron Accavallo, Locche, Monzón, Galíndez y Locomotora Castro?