Dom 31.03.2002

DEPORTES  › INDEPENDIENTE PERDIA OTRA VEZ, SE VENIA LA NOCHE

Y pudo con el tiro del final...

Con un gol de Leonel Ríos en el último minuto, el equipo de Clausen zafó de una nueva derrota. El Pulpo González había sacado ventaja.

Cuando se le venía la noche, Independiente salvó la honra con el empate. Y Lanús mordió la bronca de no poder aguantar un minutito más. En un partido que no dejó nada en el primero y sólo algo de emoción en el segundo, los dos se prodigaron sin guardarse nada. El Pulpo González hizo el gol de Lanús e igualó Leonel Ríos con penoso rebote en Carboni.
Independiente llegaba a este partido con poco margen para el error en la cancha, con poco cupo de paciencia en las tribunas, con poco caudal de puntos en la tabla. Cuatro derrotas consecutivas y Clausen en el ojo de la tormenta. Por el lado de Lanús, media tabla y mediocre expectativa también. Los de Avellaneda repitieron la punta única con Vuoso y la idea de que Insúa y Guiñazú llegaran para acompañar; los de Aimar, con dos puntas, Silvio González y el Chupa López, con Mannara en una línea y Diego Bustos en la otra. En el medio, el despliegue de Carboni.
En la etapa inicial, pocas llegadas. Lo mejor lo hizo Lanús; la más clara, el desborde del Pulpo por derecha y el centro paralelo que el toque de Bustos desvió al gol: sólo el pie de Sala, ya pasado, salvó al local. Eso fue a los 27, y dos minutos después, la de los rojos: se la dio Guiñazú a Insúa que maniobró por derecha, se hizo espacio y la tiró alto desde el borde del área chica. De ahí hasta el final, nada, el horror.
El segundo empezó con el gol de Lanús al los 20 segundos: se fue Mannara por derecha y centreó al primer palo, donde anticipó Silvio González al arquero y la marca con gran cabezazo. Clausen se salvó del segundo a los cuatro y puso a Cuba enseguida buscando gol. Y tuvo un rato de ofensiva continuada el local, pero los sucesivos remates de Insúa terminaron siempre lejos: arriba y afuera. Lanús se había puesto demasiado atrás -ante la desesperación de Aimar– y sólo una de sus contras pudo haber cerrado el partido: gran toque del Chupa para Bustos que enganchó y definió (¡de rabona!) ante Sala, que sacó. Era para cerrar la cancha. Pero no la cerraron. Cuando se acababa, Ríos –que no había andado bien– remató, la pelota se desvió en el mejor de la cancha, Carboni, y entró. Empate y suspiros.

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