DEPORTES
› EL GOLFISTA WOODS SE ENTRENARA EN UNA BASE MILITAR
Esperando al soldado Tiger
Por Isabel Piquer*
Desde Nueva York
Del green del Masters de Augusta al verde de las boinas militares. Tiger Woods está pasando unos días entrenándose con las Fuerzas Especiales, en la base militar de Fort Bragg (Carolina del Norte), esperando quizá recuperar algo de su energía perdida. No todo serán batallitas, los soldados también esperan aprovechar la presencia de Woods, que impartirá algunas clases prácticas para mejorar sus handicaps. “No creo que lo entrenen tan duramente pero lo harán hacer algo”, comentó el sargento mayor Dwight Nixon, durante el turno de vigilancia del campo de golf de la base donde mañana Woods debería dar clases magistrales a ocho de los 200 soldados que se presentaron voluntarios.
“Físicamente creo que Fort Bragg será muy duro, mentalmente dudo de que sea mucho peor que jugar al golf en Augusta”, dijo el número uno del mundo, refiriéndose sin duda a su mediocre prestación en el Masters, donde terminó en el puesto 22. “No lo estoy haciendo para mejorar mi juego pero a lo mejor ayuda”, comentó antes de salir.
Al llegar a la base militar en su avión privado, Woods recibió un uniforme de camuflaje con su nombre y un breve cursillo de instrucciones básicas. No está previsto que participe en las sesiones de entrenamiento de los boinas verdes, la unidad donde estuvo destinado su padre, Earl Woods, en los años 60 y 70, antes y después de luchar en Vietnam.
El jugador no se arrastrará por el lodo, ni luchará cuerpo a cuerpo en enfrentamientos ficticios. “Ningún sargento le gritará órdenes –aseguró el portavoz de la base, el teniente coronel Bill Buckner– pero verá algo de cómo actúan y se comportan las Fuerzas Especiales”. Total, que no será Oficial y Caballero, más bien El turista accidental.
Woods, de 28 años, confesó que siempre le había atraído el entrenamiento militar, seguramente por influencia de su padre. “Si no me hubiera dedicado al golf creo que me hubiera gustado estar en operaciones especiales.” El jugador, que no ha ganado un trofeo importante en los dos últimos años, desde el Abierto de Estados Unidos que se celebró en Long Island en 2002, aseguró que estaba a punto de recobrar la forma. “No estoy muy lejos de volver al nivel en el que estaba.” Tendrá ocasión de demostrarlo en junio, cuando participe en el Abierto de Shinnecock Hills en Southampton (Nueva York).
Fort Bragg es una de las principales bases de donde ha salido gran parte del contingente de soldados destinados a Irak y Afganistán. La presencia de Woods aliviará sin duda a muchos de los familiares que deberán esperar muchos meses, más de los previstos, el regreso de las tropas. El jugador, que sigue ganando unos 90 millones de dólares anuales, parece haber perdido el toque mágico que desencadenó la tigermanía, aunque sigue siendo una figura muy popular en Estados Unidos.
El que fuera joven prodigio del green no es el primero en aficionarse por la cosa bélica. En 1997 el boxeador Riddick Bowe, mucho más entusiasta, intentó superar el programa de entrenamiento de los marines en Parris Island, Carolina del Sur. El ex campeón de pesos pesados tuvo que abandonar al cabo de once días. Fue demasiado duro, incluso para él.
*De El País de Madrid. Especial para Página/12.