DEPORTES
› OPINION
Schumacher es como el dólar
› Por Pablo Vignone
La campaña 2002 de Michael Schumacher en la Fórmula 1 se comporta como la cotización del dólar: objetivamente están dadas las condiciones para que baje, pero no baja... Con el alemán pasa lo mismo: son múltiples las razones válidas para pronosticar su derrota, pero el campeón mundial sigue ganando.
Esa es la moraleja de Interlagos: viernes y sábado resultaron pletóricos en argumentos anti-Ferrari. Pero olvidamos que la carrera es el domingo... Y en el Grand Prix propiamente dicho, Schumacher sacó de la guantera su mejor repertorio: insuperable con las gomas frías –a caballo de la ventaja Bridgestone en esas condiciones–, impecable para resistir la presión, superior para ganar con un auto inferior en rendimiento.
Si se le critica a Schumacher su condición robótica, valga el elogio: al menos ese atributo no le falla en los momentos claves. ¿De qué le sirve a Williams tener el motor más potente y el chasis más adaptado a la zona sinuosa de Interlagos, si después Juan Pablo Montoya rifa todo el fin de semana en apenas cuatro curvas?
Se insiste en lo afirmado hace dos semanas, en ocasión del GP de Malasia. La ecuación 2002 de la F-1 tiene como variables solo a Ferrari y Williams; en la disputa por el título, McLaren es poco más que un cero a la izquierda. Objetivamente, se reitera, Williams posee material más que suficiente para vencer al unilateral equipo Ferrari (que brilla con Schumacher y ningunea a Barrichello), pero ese material se destaca en los momentos menos útiles. A la hora de la verdad...
Montoya perdió en la largada, presumiblemente porque el software de la Ferrari F-2002 resultó más óptimo en el arranque, pero inmediatamente después perdió la calma, quiso recuperar la punta lo antes posible, y cometió el error que definió la carrera. El record de vuelta del final ni siquiera es consuelo.
Todo muy lindo: Williams tiene más de todo, inclusive más puntos que Ferrari. Pero Michael Schumacher ya le lleva 4 puntos a su hermano y 10 a Montoya. Como el dólar: ¿podrán bajarlo?