A pesar de haber renovado su plantel profesional, Independiente no consiguió revertir en su debut en el Apertura la mala imagen que dejó en la temporada pasada. Como visitante perdió 1-0 ante Quilmes, que le dio una verdadera lección de practicidad y orden colectivo. En un partido muy intenso, el equipo que conduce Gustavo Alfaro contó con mayor volumen de juego y generó las alternativas más claras del encuentro. Por eso, justificó la victoria ante un rival que fue pura confusión.
Independiente necesitaba mostrarle a su público que tenía intenciones de convertirse en uno de los animadores del campeonato. Por eso, con mucho fervor, salió desde el arranque con la clara intención de presionar a Quilmes en su zona defensiva. Con la movilidad de Ri- ggio y Ortemán, en la mitad de la cancha, más la presencia ofensiva de Bustos Montoya, el conjunto dirigido por Bertoni parecía tener el control del partido. Pero Quilmes, con más orden, fue cerrando lentamente los caminos a un rival que avanzaba sin claridad y que arremetía con más ansiedad que buen juego. Al orden táctico, Quilmes le sumó, cuando promediaba la primera mitad, el buen manejo de algunos de sus volantes, como Trullet, Braña y Pérez.
Entonces, los locales se hicieron con el control del juego en base al criterioso manejo de la pelota que supieron ejercer frente a un adversario que se había quedado sin argumentos. Cerca del final de la primera parte, Saavedra puso en ventaja a Quilmes en una jugada fortuita: tiró un centro que se metió por detrás del palo que cubría Navarro Montoya.
En el complemento, Independiente insistió con su fervor, y aunque generó algunas situaciones no pudo alcanzar la igualdad. Quilmes, de contragolpe, estuvo cerca de aumentar pero no logró. A doce del final, la visita se quedó con diez, debido a la expulsión de Losada –que había ingresado en el segundo tiempo– y ya no pudo presionar en busca del empate. Con un hombre más, Quilmes manejó la ventaja y se quedó con el triunfo.