Mar 05.10.2004

DEPORTES

“Cuando se murió la gente decente que tenía Ferro, el club se embromó”

La crisis que sufre el club de Caballito en manos del gerenciador Gustavo Mascardi, reseñada ayer por este diario, es analizada por personalidades de la institución, como el entrenador Carlos Griguol.

› Por Gustavo Veiga

Ferro, la centenaria asociación civil que era un ejemplo a imitar y llegó a contar con 47 mil socios, la que tenía las cuentas equilibradas pese a mantener planteles de primer nivel en fútbol, básquetbol y vóleibol, aquella por la que pasaron entrenadores del relieve de Carlos Griguol, León Najnudel y Julio Velasco, ha terminado envuelta en la crisis, como quedó expuesto en la nota publicada ayer por este diario. Con la dialéctica que empleaba el riguroso Dante Panzeri para describir hechos similares en las décadas del ’60 y ’70, la situación de Ferro recuerda al título de un capítulo de su libro Burguesía y gangsterismo en el deporte: “Cómo se roba legalmente un club a sus propietarios”.
La suspensión del juez Rodolfo Herrera, que tenía en sus manos la quiebra, robusteció la posición de quienes pretenden acabar con el contrato leonino que le permite al empresario Gustavo Mascardi controlar a su antojo los principales recursos generados por la institución. Tres causas penales por graves delitos están en curso contra el magistrado, los integrantes del órgano fiduciario que él designó, los representantes de las gerenciadoras y cuatro ex directivos.
“Vamos a hacer lo imposible para que se caiga el gerenciamiento –dijo a este diario el presidente de la comisión residual, Luis Russo–. Mascardi no nos respetó como institución. No puede ser que al club no ingrese un peso y que la empresa diga que pierde dinero. Nada que ver...”
Página/12 consultó a varias personas vinculadas al club de Caballito por razones profesionales y afectivas, entre ellas Russo, que dejaron un abanico de opiniones sobre la quiebra, el gerenciamiento y la decadencia institucional y social.
“Creo que después de que se murió la gente decente que tenía Ferro, en el club pasó a vivirse una época bastante embromada –opinó Carlos Griguol, el entrenador que sacó campeón al equipo de Primera en 1982 y 1984–. Los dirigentes posteriores no pudieron mantener la seriedad y seguridad para pagar que habían caracterizado a los de mi etapa. Todo esto generó que, en lugar de tener éxito, Ferro pasara a sufrir una serie de problemas que continúan hasta hoy. El gerenciamiento no me resulta tan extraño en ese contexto. Es parte de las nuevas políticas que hay ahora”, concluyó Griguol.
Gerardo Pardo, socio de Ferro, abogado y denunciante de Herrera, aporta lo suyo: “El gerenciamiento debe ser utilizado por los clubes para generar ingresos genuinos que les permitan sanear el pasivo y superar el estado de insolvencia –asegura–. Esto no es un capricho sino una exigencia legal. En el caso de Ferro, el contrato firmado con Gerenciar dista mucho de esos objetivos, porque sólo contempla el voraz interés del gerenciador. Otorgado en medio de un sospechoso procedimiento, se encuentra bajo la lupa de la Justicia penal y es una burla para el hincha, quien poco sabe de su contenido”.
Para el periodista Gustavo Grabia, autor de un libro sobre el centenario del club, “Mascardi tiene que explicar muchas cosas”, aunque aclaró que, a su criterio, “a pesar de los manejos que realizó Mascardi como gerenciador del fútbol de club, creo que no existe otra forma de manejar la actividad profesional de este deporte en una institución que está quebrada”.
Insiste Russo: “Todo lo que significa el Quilmes Rock va a parar a Gerenciar. Se trata de mucho dinero. Yo, mientras tanto, recibí amenazas telefónicas en mi casa por oponerme a lo que está pasando. La gente que sigue al fútbol dice, bueno, por lo menos tenemos un equipo en la cancha. Pero la que pertenece a la parte social está muy mal”. Mascardi habría pagado entre 14 y 18 mil pesos como resarcimiento al club por la utilización de las instalaciones que le impiden al socio realizar sus actividades. Gerenciar ya había obtenido ganancias por recitales en Ferro y por el reality-show Operación Triunfo. Completa Pardo: “Se cedieron todos los jugadores, el uso sin limitación del estadio y la cancha auxiliar, el uso y explotación de marcas y símbolos y, en un año y medio que lleva de vigencia, no ha ingresado a la institución ni un centavo”.
Algunos defienden, sin embargo, a Mascardi y su proyecto. “La gente que maneja el fútbol del club está haciendo las cosas bien. Cuando fueron los festejos de los 100 años estuve en la cancha y encontré todo muy bien, con mucho orden. Espero que las cosas sigan como hasta ahora”, se esperanzó Carlos Aimar, ayudante de campo de Carlos Griguol durante su gestión como entrenador durante la primera mitad de la década del ’80.

Colaboró Leonardo Castillo.

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